lunes, 9 de mayo de 2011

Lectio Divina  tercera semana de Pascua lunes 9 de mayo 2011, Ciclo – A- Lecturas: Hechos 6,8-15; Salmo118; Juan 6, 22-29

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA


¿Y QUÉ OBRAS TENEMOS QUE HACER?



1. Hagamos las LECTURAS 
Después que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el lago. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago notó que allí no había habido más que una lancha y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas lanchas de Tiberiades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»  Jesús les contestó: Se los aseguro, me buscan, no porque han visto signos, sino porque comieron pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.» Ellos le preguntaron: «Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?» Respondió Jesús: «La obra que Dios quiere es ésta, que crean en el que él ha enviado.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Creer en Dios Padre y su enviado, significaba no esperarlo todo de Él pasivamente, sino comprometerse en unión con otros a cambiar la propia situación, haciendo experiencias de fraternidad. ¿No es ésta nuestra situación de hoy, y no es ésta la respuesta que también hoy nos daría Jesús? Seguir una religión en la que el interés personal, familiar o grupal sea la norma, es escoger el camino del paternalismo, que siempre termina cobrando su tributo. La dependencia en cualquiera de los órdenes -económico, político, social o religioso- impide crecer y enferma el alma de un pueblo. Sólo una religión que eduque en el compromiso personal hace personas libres.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Ni los discípulos ni la gente entendieron muy bien el signo de la multiplicación del pan, lo cual quedó reflejado en la escena del lago; y, como nadie entendió, la reacción inmediata es proclamar a Jesús como el profeta escatológico, “el que había de venir a este mundo”, o, en el peor de los casos, proclamarlo como rey. Ése no es el plan de Jesús, y Juan lo advierte muy bien a la comunidad que él anima.
El seguimiento de Jesús no es para buscar en él la respuesta a las necesidades materiales. Se busca a Jesús para ver -ver y entender- sus signos y para dejar que sus palabras penetren el corazón y lo dispongan para comenzar a generar un modelo de hombre y de mujer renovados, conscientes de la necesidad de transformar la realidad en que se vive. No es que Jesús esté en desacuerdo sobre la necesidad de luchar por lo material, sino que eso que llamamos material no puede reducir al ser humano exclusivamente a la lucha por la subsistencia material; como persona, tiene que aspirar a su realización aquí y ahora.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Ciertas expresiones de Jesús pueden sorprendernos, por ejemplo, el trabajo de creer. ¿Es trabajoso creer? Pensémoslo bien. Creer en Cristo tiene su parte de esfuerzo venturoso,  audacia, riesgo,  aventura. Nos jugamos mucho en ella. En ese sentido es ‘trabajo’ duro. Ponerse en manos de Dios, más allá de lo que perciben la razón y nuestros sentidos, tiene su parte de aventura, que algunos llaman ‘sinrazón’.
Pero creer en Dios es también algo admirable, sorprendente, arriesgado, y delicioso. Es como ver luz en medio de la niebla. Ahí está su valor.  Por eso, “creer en Cristo, el enviado del Padre”, además de ser trabajo que “agrada a Dios”, es también un inmenso don, don  de Dios a quienes le buscan sinceramente.  Si nosotros lo hemos recibido ya, démosle gracias. Si no, abrámosle las puertas de nuestro corazón. Recordémoslo: este es el trabajo que Dios quiere: que crean en el que Él ha enviado.
Evangelio sostiene dos puntos especialmente importantes: es preciso buscar a Jesús cada día y preguntarnos cómo llevar a cabo lo que Dios quiere de nosotros. Necesitamos buscar a Jesús donde Él está, porque no basta con sabernos todo de carrerita; muchas veces, o cruzamos a la orilla de Jesús buscándole con tiempo, confianza y esfuerzo o nos quedamos sin el alimento de vida, consuelo y fortaleza que Él nos puede dar. Y es preciso preguntarnos —y preguntarle— cada día cómo ocuparnos de los trabajos que Dios quiere. Para Jesús es clara la respuesta: creer en Él. Creernos que no actúa porque sí, sino como enviado y testigo del Padre. Creernos de verdad la Buena Noticia como lo que es: una novedad buena, anhelada, humanizadora. Confiar en Él y confiarnos a Él cada día. He aquí la mayor obra que está en nuestra mano. Esta lógica fue la que descubrió Esteban en Jesús e hizo suya, la lógica de la eucaristía, que no nos alimenta en vano.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Jesús nos confronta hoy con esta pregunta: “¿Por qué me están buscando ustedes?”  ¿Por qué buscamos a Dios, a Jesús? ¿Es solamente por los dones que él nos da? Cierto que recibimos mucho de Dios,  pero ¿buscamos a Jesús mismo, por lo que él significa para nuestras vidas? Esforcémonos por acercarnos más a él y llegar a ser más como él. Él nos pide fe en su persona y en su misión.

.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios de la vida: Anhelamos ardientemente la vida y felicidad  eternas y la realización de todas nuestras esperanzas.  Sacia todas nuestras hambres por medio de Jesucristo tu Hijo, que es nuestro pan de vida. Y cuando él nos haya llenado de sí mismo,  que nos guíe también y nos dé fuerza  para poder llevar a un mundo que espera  el alimento de reconciliación y alegría  que solamente tú puedes dar en plenitud. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.  
Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: “Trabajen no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura y da vida”, nos dice Jesús.  En la vida, pues,  busquemos al Señor y las cosas de valor eterno.ES LA HORA DE LA VIDA NUEVA”

Es hora de entrar en la noche sin miedo, de atravesar ciudades y pueblos, de quemar lo viejo y comprar vino nuevo, de quedarse en el corazón del mundo, de creer en medio de la oscuridad y los truenos. ¡Es la hora de la vida nueva! Es hora de levantarse del sueño, de salir al balcón de la vida, de mirar los rincones y el horizonte, de asomarse al infinito aunque nos dé vértigo, de anunciar, cantar y proclamar. ¡Es la hora de la vida nueva!

Es hora de romper los esquemas de siempre, de escuchar las palabras del silencio, de cerrar los ojos para ver mejor, de gustar su presencia callada, de andar por los desiertos. ¡Es la hora de la vida nueva!

Es la hora de confesar la vida, de hablar poco y vivir mucho, de arriesgarlo todo apostando por Él, de sentarse a la mesa y calentar el corazón, de esperar contra toda esperanza. ¡Es la hora de la vida nueva!

¡Es Pascua, el paso de Dios por nuestro mundo lavando las heridas, sembrando esperanza, levantando la vida, llenando de semillas nuestras alforjas vacías!

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