sábado, 14 de mayo de 2011

Lectio Divina  tercera semana de Pascua  viernes 13 de mayo 2011, Ciclo – A- Lecturas: Hechos 9,1-20; Salmo 116; Juan 6, 52-59

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

LA VERDADERA COMIDA Y BEBIDA



1. Hagamos las LECTURAS 
Disputaban los judíos entre sí: - « ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: - «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de sus padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.» Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Duele muchas veces como muchos de nosotros no sabemos la tremenda dignidad que poseemos. Todo un Dios se abaja para hacernos partícipes de su divinidad. No somos un lugar de paso para él: somos estación terminal. Su amor quiere descansar en nosotros, y él quiere que nuestro amor descanse en él. No se nos invita, pues, a vivir un encuentro momentáneo y fulgurante, una experiencia transitoria, un saludo fugaz. Se nos concede permanecer en Cristo; y él promete una permanencia fiel en nosotros. Establecidos en ese amor, podemos sentirnos libres de zozobras. Somos sentados a la mesa. Se nos invita a participar en un sacrificio de alabanza y de acción de gracias, a comer el pan vivo, a beber la sangre de la alianza, como comensales de Dios.

CONTEXTO: El diálogo de Jesús con los judíos acerca del pan de vida va subiendo cada vez más de tono; cuando él les habla del pan de vida eterna ellos le piden: “Señor, danos siempre de ese pan”; en cambio, Jesús les va aclarando de qué se trata, y poco a poco se va viendo que sus oyentes se van cerrando cada vez más a lo que Jesús les ofrece. El evangelista plantea a su comunidad la necesidad de escuchar a Jesús con mente y corazón dispuestos a aceptar su mensaje y a dejarse transformar por él. Comer y beber el cuerpo y la sangre de Jesús es aceptar su humanidad, pero al mismo tiempo es aceptar que en esa humanidad completa, se está manifestando la misma presencia de Dios; es decir, que Jesús encarna en su dimensión humana la voluntad y el querer de Dios. No es posible aceptar en Jesús sólo una dimensión, puesto que él no es divisible; hay que aceptarlo en su integridad, “comerlo” completamente, para poder también ser capaces de transparentar en el mundo el plan salvífico de Dios a la manera de Jesús.

¿QUÉ SIGNIFICA COMER Y BEBER SU SANGRE?
Los judíos no entienden qué quiere decir Jesús cuando les hablar de darles a comer su carne. Se han quedado desorientados. Mientras les habló del pan podían comprender que se presentaba como un maestro de sabiduría que alimenta al pueblo. Pero ahora identifica ese pan con su misma realidad humana, con su carne y no con una doctrina. Comer su carne es una expresión que no comprenden, aunque la imagen es clara: significa, según Jesús, que al igual que cuando comemos, los alimentos se hacen carne de nuestra carne, el discípulo debe asimilarse a él y aceptar y hacer propio el amor expresado por Jesús en su vida (carne) y en su muerte (sangre). Esto significa en realidad la comunión eucarística: un compromiso de la comunidad para asimilarse a la vida de Jesús (carne) y para estar dispuesta hasta entregar la vida como Jesús la entregó (sangre).

Y si en el Éxodo la carne del cordero fue el alimento previo a la salida de la esclavitud y la sangre con la que se marcaron las jambas de las puertas de los israelitas sirvió de señal al exterminador para que no entrase en sus casas, ahora la sangre de Jesús no sólo no libera de la muerte sino que da la vida definitiva.

PARA REFLEXIONAR
Jesús llamó a los primeros discípulos al seguimiento no sólo para que fueran colaboradores suyos, sino para que estuvieran con él. ¿Qué tiempos reservamos para el encuentro, para la escucha, para la acogida de su amor peregrino que llama con los nudillos a la puerta de nuestro mesón? ¿Qué alabanzas y acción de gracias le dirigimos? ¿Le dejamos habitar en nosotros y buscamos habitar en él? ¿Nos daremos más cuenta de que sólo comiendo su carne y bebiendo su sangre podrá la nuestra ser una vida entregada, partida, derramada?

PARA ORAR
Oh Dios, fuente de vida y de amor: ¿Cómo podríamos comprender la profundidad de tu amor, si tu Hijo no se hubiera hecho hombre,  carne de nuestra carne, y sangre de nuestra sangre? ¿Cómo hubiéramos podido tener el valor de vivir, e incluso morir  -si necesario-,  los unos por los otros,  si Jesús no hubiera entregado su cuerpo
y derramado su sangre por nosotros? Que este pan sea el alimento que nos habilite para vivir y morir, como él, los unos para los otros y para ti,  nuestro Dios de vida, por los siglos de los siglos. Amén.

PARA ACTUAR  Porque queremos aceptar la propuesta de vida que nos hace hoy la Palabra, recemos juntos: EL PADRE NUESTRO”
·         Padre nuestro que estás en los cielos, en la tierra y en todo el universo. Santificado sea tu nombre, aun cuando el dolor y la desilusión hieran nuestro corazón. Bendito seas.
·         El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy para renovar nuestras fuerzas físicas, y también para nuestro espíritu.
·         Perdona nuestras ofensas, pero enséñanos antes a merecer Tu perdón,  perdonando a aquellos que causan nuestros dolores, oprimen nuestros corazones y destruyen nuestras ilusiones. Que podamos perdonarlos no con los labios, sino con el corazón. Aparta de nuestro camino todo sentimiento contrario a la caridad.
·         Que este Padre Nuestro  sea dadivoso con todos aquellos que sufren. Que una parte de este Padre Nuestro vaya hasta las cárceles donde algunos sufren merecidamente, pero otros por error judicial. Que vaya hasta los sanatorios iluminando las mentes perturbadas que allí se encuentran. Que vaya hasta los hospitales, donde muchos lloran y sufren sin el consuelo de una palabra amiga. Que vaya a todos aquellos que en este momento pasan las puertas de la vida terrenal a la vida espiritual, para que los guíes y le des Tu Perdón.
·         Que este Padre Nuestro vaya hasta los orfanatos donde pobres e infelices criaturas fueron abandonadas, dándoles apoyo y fe. Que vaya hasta el seno de la Tierra  donde el minero está expuesto al fuego, y que al final del día, regrese sano donde su familia. Que este Padre Nuestro vaya hasta los dirigentes de las naciones para que eviten la guerra y cultiven la paz.
·         Ten  piedad de los huérfanos y las viudas. De aquellos que no tienen un pedazo de pan. Ten compasión de los que andan por los aires. De los que luchan contra los vendavales en un mar bravío. Ten piedad de la mujer que da a luz una nueva vida.

Que la paz y la armonía esté siempre entre nosotros. Así sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario