miércoles, 4 de mayo de 2011

Lectio Divina  segunda semana de Pascua, miércoles 4 de mayo2011, Ciclo – A- Lecturas: Hechos 5,17-26; Salmo 33; Juan 3,16-21

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

PARA SALVAR, NO PARA CONDENAR



1. Hagamos las LECTURAS 
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – ¡Qué lejos estamos del Reino de Dios! Nuestra práctica común es juzgar, condenar y no perdonar… En cambio Dios es amor para todos incondicionalmente no importa qué hayamos hecho. Lo de Dios es salvar siempre y en todo lugar. Nosotros le ponemos límite al perdón y al amor… es más hasta fijamos tiempos y lugares para perdonar o sea para salvar.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Si el sentirnos mirados con amor por otro nos alegra, nos abre, nos esponja y nos hace felices, ¿qué decir si ese otro es Dios? Somos alguien para él. ¿Por qué? Por puro don suyo, por el gran amor que nos tiene gratuita e inmerecidamente.
Pero el ser yo amado personalmente por Dios no me cierra en un círculo en torno al cual crece el desinterés por los demás. Al contrario, porque Dios ama al mundo y al hombre tal como son, he de sentirme hermanado con ellos. Nuestra fe es vida y luz que se difunden, fuerza positiva que crea optimismo, amor que abre a los demás. "Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor" (Jn 4,8).
Si el mensaje de este día de pascua nos deja fríos e indiferentes, ha sonado la señal de emergencia espiritual: necesitamos una hospitaliza­ción urgente por enajenación del sentido y pérdida total de la consciencia religiosa, que nos impiden captar la sorprendente novedad: la "lo­cura" de un Dios enamorado del hombre.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
La larga conversación con Nicodemo permite a Jesús mostrar también qué pretensiones guarda Dios en su infinito cerebro. Él, positivamente, quiere salvar al hombre, a todo hombre. Pretende solamente eso, nada más que eso. Por ello ha maquetado la vida como historia de salvación, no de condenación. Para conseguirlo hace lo absolutamente imprevisible, lo escandaloso, lo impensable... ¡entrega -y pierde- nada menos que a su Hijo! ¡Cómo es Dios! ¡Ama en serio,... hasta que se le rompe el alma! Como alguien afirmaba: “Si no existiera un Dios así, habría que inventarlo”.

Nosotros, sin embargo... ¡condenamos! Se ha dicho que la mayoría de los creyentes somos propensos a una neurosis típica, la del divorcio entre fe y vida. Decimos creer en un Dios que salva, pero nos especializamos en el viperino arte de juzgar y condenar. Nuestra historia personal y común así lo certifica. Conseguimos con ello algunas rastreras cuotas de poder porque “para hacer el mal cualquiera es poderoso” (Fray Luis de León).

Esto debería provocar en nosotros una decidida toma de conciencia: Dios no condena. Somos nosotros los que lo hacemos. Por tanto, al menos no invoquemos jamás el nombre de Dios sobre nuestras venganzas, enredos, acusaciones y condenas. El jamás aplastó con su dedo acusador. Su oficio es perdonar. No quiere que nadie perezca. La condena no es obra de sus manos.

Porque nos sentimos hijos de un Dios así, se nos impone el tenaz aprendizaje de las reglas del perdón. La manera de proceder de Dios descalifica y anula todo comportamiento que no la secunde. De ahí que debamos tender a:

  • Evitar los prejuicios, que son juicios previos, sin base, estrechos, casi siempre automáticos, precipitados, cargados de envidia y, por todo ello, muy poco certeros. Cuando se eliminan los prejuicios se mejoran sustancialmente las relaciones. Para no juzgar se precisa limpieza de ojos a fin de mirar y ver sin deformar.
  • No dividir a los hombres en buenos y malos. Hacerlo nos convierte en inquisidores. Pretendemos con ello salvar a unos pocos,- nosotros mismos entre ellos- y condenar a otros muchos. El “malo”, a menudo mi enemigo, es sólo una persona equivocada. Para vencer a un enemigo, basta con convertirlo en amigo.
  • Conocer al otro en su verdad. El otro no es una repetición del yo. Es otro, distinto. Para conocerlo hay que hacer el “santo viaje” a su interior. Ya decía Goethe que “no conocemos a los hombres cuando vienen a vernos: tenemos que visitarlos a ellos para averiguar cómo son”. Es imposible la alteridad (condición de ser otro) sin el éxodo del propio yo. Tratarlo con la misma medida que me aplico a mí mismo. Somos capaces de justificarlo todo lo nuestro, absolutamente todo. ¡Usemos también ese mismo procedimiento con los demás!

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-Cuando vino la luz al mundo, los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal aborrece la luz... Pero el que obra según la verdad viene a la luz.
"Hacer el bien"... "Hacer el mal"... Suele ser de esta manera práctica que se hace la división. Cualquiera que hace el bien aun si no conoce a Cristo -está ya en una cierta comunión con Dios.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Padre de todos nosotros, gracias por tu desinteresado amor, gracias por que no tomas en cuenta mi pecado sino mi intención última de amar y perdonar. No permitas nunca que intente juzgar y mucho menos condenar a mis hermanos por más graves que crea que hayan sido sus acciones. Haz que desde mi madurez, pueda salvar al hermano con amor, sobre todo a los jóvenes, a quienes no hemos enseñado la dinámica de salvar. Que podamos permanecer en tu amor y en tu luz. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:   Lo nuestro no debe ser pretender juzgar sobre el bien y el mal, porque no tenemos todos los elementos de juicio necesarios. Lo nuestro debe ser tratar de comprender “al otro” al máximo y ayudarlo en su salvación.ACÉPTANOS COMO SOMOS”
No has venido, Señor, para juzgar sino para buscar lo que estaba perdido, para abrazar con ternura lo que estaba enfermo y frío, para liberar de culpas y temores lo que estaba cansado y hundido.

Tú, que sabes que somos de barro, acéptanos tal cual somos: con nuestro pasado de pecado, con el pecado del mundo, con nuestros pecados personales, con nuestra historia llena de ambigüedades…

No renuncies a ser Padre. No nos dejes con nuestros fardos de siempre. Infúndenos tu aliento de vida. Llévanos nuevamente por tus sendas. Sabes que somos de barro. No abandones la obra de tus manos.

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