miércoles, 20 de julio de 2011

Lectio Divina miércoles 20 de julio 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Éxodo 16,1-5.9-15; Salmo77; Mateo 13,1-9

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

EL CONTINÚA CON LA SIEMBRA



1. Hagamos las LECTURAS 
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas: «Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – En esa aventura de volvernos tierra fértil, está también el volver a imaginar como sembramos... ¿Hablamos de las cosas del Reino a partir de lo que la gente vive a diario, con sencillez y sin demasiadas vueltas? Pero, ante todo, anunciar desde la propia vida aquello que se quiere transmitir.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Jesús, Maestro y Sembrador, tomaba escenas de la vida diaria de su pueblo -compuesto especialmente de campesinos y artesanos- y desde esas experiencias cotidianas enseñaba las cosas del Reino presente ya entre el pueblo. Y las gentes lo escuchaban con agrado, y buscaban el sentido de las parábolas que les regalaba.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Sin lugar a dudas, se trata de un Sembrador particularmente extraño: confía más en la fuerza de la pequeña semilla antes que en el terreno en donde ésta ha de caer.
Es tenaz, y tiene una certeza que no puede explicarse racionalmente: sabe que muchas semillas pueden caer en terrenos poco adecuados para la siembra. Sin embargo, no se detiene y continúa con la siembra. Todo lo suyo está condensado en una semilla, tan extraña como Él: parece tan pequeña y frágil, y no obstante ello, lleva en sí una fuerza imparable y un destino cierto de fruto abundante.
Como discípulos y seguidores de Jesús, también tenemos misión de siembra. Podrá presentarse terreno rocoso, algunas aves se comerán nuestras semillas, habrá parcelas aparentemente estériles e inadecuadas para recibirlas. Pero se trata, como en el caso del Sembrador, de la calidad de la semilla.
La siembra es Gracia, y la semilla se esparce generosamente por doquier, aún en terrenos-corazones que a simple vista presentan la tarea como ardua e inútil. Es generosidad sin medidas del Sembrador.
Nos queda volvernos tierra buena en donde germine y crezca fuerte la semilla, y los frutos serán incalculables, magníficamente desproporcionados como ese agua convertida en vino en una boda, como los cinco panes que alimentan a una multitud y llenan además doce canastas...

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Jesús fue el maestro por excelencia ¿que podemos hoy aprender de él? Multitudes están necesitando que alguien les enseñe la palabra de Dios. ¿Que vamos a hacer tú y yo ante esta gran necesidad?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Gracias, Padre, por Cristo, esperanzado sembrador de la semilla del Reino a pesar de los obstáculos. Jesús fue el primer grano de trigo que, muriendo, dio espléndida cosecha de vid y resurrección.  Su optimismo nos contagia y nos estimula a dar fruto. Haz de nosotros, Señor, el campo de tu sementera, para que demos el ciento por uno a base de constancia, servicialidad, desprendimiento y conversión continua. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: 

"Señor, que no recemos menos, pero que sembremos más".SI USTED SIEMBRA”

Un joven agrónomo argentino llegó a las tierras que había heredado de sus padres, con su título y sus técnicas modernas.

Acudió a un terrateniente vecino, hombre de consejo, y le preguntó si daría algodón su campo. "Patroncito —le dijo el vecino— nunca vi al­godón en su campo, no creo que dé algodón, lo más un poco de hierba, algo de fruta, leña…”

"¿Y soja, daría mi campo?". "No creo, nunca vi soja en él".

"¿Y maíz?". "Nunca vi maíz por ahí, no creo que le dé maíz".

"Gracias por el consejo, Señor —le dijo el joven—. Pero, mire usted, voy a probar a ver qué pasa, voy a sembrar".

"Bueno, si usted siem­bra... Si usted siembra, es otra cosa...”

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