miércoles, 27 de julio de 2011

Lectio Divina martes 26 de julio 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Éxodo Éx 33,7-11; 34,5-9.28; Salmo 102; Mateo  13, 36-43

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
  
EL MAL TIENE FECHA DE CADUCIDAD



1. Hagamos las LECTURAS 
Después Jesús despidió a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron y le dijeron: «Explícanos la parábola de las malas hierbas sembradas en el campo.» Jesús les dijo: «El que siembra la semilla buena es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo. La buena semilla es la gente del Reino. La maleza es la gente del Maligno. El enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. Vean cómo se recoge la maleza y se quema: así sucederá al fin del mundo. Allí no habrá más que llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que entienda.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Las personas, las instituciones y los sistemas que han optado por convertir este mundo en un escenario de muerte, de violencia y ambición irremediablemente están condenadas a vivir de acuerdo a su propia elección. Pero los que hemos asumido la tarea de hacer germinar el Reino estamos llamados a resolver el destino del mundo en la tierra fértil de la historia siendo peregrinos de una comunidad de relaciones alternativas.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
La interpretación de la parábola de la cizaña tiene como fin la comprensión, por parte de los discípulos y de la comunidad cristiana, de tener que vivir en un mundo donde el bien (la justicia) tiene que abrirse camino en constante confrontación con el mal. El campo donde el Hijo del hombre siembra la buena semilla es el mundo y toda su condición ambivalente, entre las luchas por la justicia y la violencia sistemática. En el mundo, el trigo y la cizaña crecen juntamente y entremezclados. En este sentido, el mal no sólo está en el mundo, sino también al interior de la comunidad eclesial. La comunidad dentro de sí lleva siempre algo de cizaña, de ahí que los seguidores de Jesús se sientan invitados a ser como la semilla buena y no como la mala hierba.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
 “Explícanos la parábola de la cizaña del campo”... El mal, el juicio final... preguntas que se hace el ser humano... Quienes viven desde el amor están anticipando el final. Por tanto, sólo quienes aman pueden distinguir el trigo de la cizaña, el bien del mal. La simple indignación ética, la rabia y la venganza no permiten ver la realidad con los ojos de Dios.
El mal está presente por doquier, incluso en aquellas realidades que son signo de la santidad y que, por consiguiente, quisiéramos inmunes de tal herencia humana. Agustín, cuando habla de la Iglesia “santa y pecadora”, levanta acta de la presencia del mal en la comunidad de los cristianos, que es sacramento de la presencia de Dios en el mundo.
El apóstol Pablo toma en su raíz esta realidad cuando observa que desearía hacer el bien y, sin embargo hace el mal. La comunidad de los “puros”, de los intocables por el mal, no es la comunidad de los discípulos de Jesús, una comunidad formada por pecadores que han pasado incluso por la experiencia del amor misericordioso que perdona y salva. De ahí surge en el corazón esa humildad que atrae la complacencia de Dios y también la simpatía de los otros. Entonces podremos descubrir una cierta solidaridad con aquellos que hacen el mal, porque no somos mejores que ellos.
La oración se convierte en el instrumento eficaz para ayudarles e incluso para confirmarnos a nosotros mismos en la opción de pertenecer al Señor, prenda de la verdadera vida en el tiempo y de plenitud en la eternidad. Si tenemos una conciencia más iluminada que la suya respecto al bien y al mal, no ha de servirnos para autorizarnos a proceder a hacer juicios sumarios, sino de compromiso para hacer el bien con las acciones y las palabras. El ejemplo arrastra.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-"El que siembra la buena semilla, es el Hijo del hombre."
Jesús sembrador. Jesús sembrador de buena semilla "Pasó haciendo el bien"... sólo el bien, nada malo. ¿Y yo?  La buena semilla, son los hijos del reino. Fórmula sorprendente. ¡Lo que Jesús siembra, en este momento, en el mundo es "nosotros"! ¡Hijos del reino! Responsabilidad inaudita que sobrepasa infinitamente nuestros medios humanos. Yo soy una "simiente", según Dios. Jesús me ha sembrado en algún sitio para que sea, allí, fuente de vida.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Bendito seas, Dios paciente y misericordioso, porque “siendo soberano poderoso, juzgas con moderación y nos perdonas con gran indulgencia. Obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento”.Haz que sepamos asumir nuestras propias limitaciones y las de nuestros hermanos, como tú nos aceptas a todos. Enséñanos a combinar la laboriosidad y la paciencia para vencer la inacción y el desaliento, sabiendo esperar que la semilla del Reino fructifique en nosotros. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  Jesús, en el evangelio de hoy, nos hace comprender que alguien ha sembrado malas hierbas. Las malas hierbas crecen, ahogan, matan. El Enemigo quiere acabar con Dios... ¡pero no lo conseguirá! Tendremos siempre a nuestro lado la sombra del Enemigo... pero Jesús nos exhorta a no temer, a no perder la calma. El mal tiene fecha de caducidad. BUDA Y EL BANDIDO”

Crear y curar vs. herir y destruir
Rebeldes de pacotilla llama un autor a los que se quedan en sueños y palabras, a los que solo saben gritar y criticar. Rebelarse para destruir es muy fácil. Lo difícil es saber qué vamos a construir en su lugar. Los rebeldes que necesitamos son los que ayudan, alivian y mejoran. La verdadera rebel­día es crear y curar.

En la vida de Buda se cuenta el caso de un ban­dido que intentó matarlo. Y Buda le dijo: "Antes de matarme, ayúdame a cumplir un último deseo: corta, por favor, una rama de ese árbol". Y el ban­dido la cortó. Buda añadió: "Ahora vuelve a po­nerla en el árbol para que florezca". "Debes estar loco (respondió el bandido), eso es imposible". "El loco eres tú (le dijo Buda). Te crees poderoso porque puedes herir y destruir. Eso es cosa de niños. El verdaderamente poderoso es el que sabe crear y curar".


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