miércoles, 13 de julio de 2011

Lectio Divina martes 12 de julio  2011, T.O. Ciclo – A- Lectura: Ex 2,1-5; Sal 68; Mateo 11,20-24

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

¡AY MUNDO!


1. Hagamos las LECTURAS 
Se  puso Jesús a recriminar a las ciudades donde había hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Les digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a ustedes. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Les digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD  Hoy Jesús está bravo. Y lo demuestra con duras palabras. Es otra dimensión más de la personalidad de Jesús. De la piedad, tantas veces presente en el Evangelio, a la ira. Porque a veces los que le escuchamos estamos demasiado cerrados en nosotros mismos, lo sabemos todo, tenemos una explicación para cada cosa que sucede a nuestro alrededor. Por ello nos resulta difícil dejarnos sorprender de verdad por la salvación que Jesús nos ofrece. Y no dejamos que su Palabra llegue hasta nuestro corazón.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
– Los pobres y los oprimidos están con frecuencia más abiertos a la salvación que muchos auto-satisfechos y sofisticados habitantes de la ciudad; éstos últimos son frecuentemente en la Biblia la imagen de la gente racionalista y corrompida, también entre los judíos. Ya que son más individualistas, no logran formar fácilmente una comunidad de salvación. En el barullo y bullicio de una vida demasiado ajetreada, no pueden percibir los signos de la presencia de Dios. 

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
El punto es que la “conversión” resulta más dura allí donde Jesús y sus misioneros hicieron más milagros, donde más signos del amor de Dios y del poder de Reino se revelaron. ¿No será esta una constante en la historia?
En el evangelio vemos que las ciudades de Corozaín y de Betsaida, ciudades bien conocidas en el entorno geográfico de la misión de Jesús en Galilea, personifican la reacción desentendida frente al evangelio.  Su indiferencia de los que más han recibido es injustificable y por eso el juicio aparece más duro.
Las ciudades no judías de Tiro, Sidón y Sodoma –ciudades emblemáticas del paganismo y del pecado- parecerían mejor dispuestas para la conversión que el mismo pueblo de Israel, quien “se encumbraba” (11,23; “Y tu, Cafarnaúm, ¿te elevarás hasta el cielo?” o, en otros términos, se creía “el mayor”) por la convicción de tener de su parte la gracia salvadora de Dios.
He aquí uno de los elementos que la mentalidad de Jesús promueve en el ámbito de la transformación de las estructuras sociales difíciles: la toma de conciencia de la necesidad de salvación, la necesidad de la misericordia y del perdón. Quien no siente necesidad de conversión no puede dar el más mínimo paso para la entrada en el Reino.
Oremos para que, en nuestro caminar con Jesús, la advertencia aquí planteada por el evangelio, nos sacuda de nuestra comodidad y acogiendo agradecidamente las obras del Señor en nuestras vidas, su amor nos conduzca hacia niveles más altos de compromiso con la propuesta del Reino de la vida, expresión patente de conversión evangélica.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
"Bienaventurados los pobres de corazón, los humildes, los mansos, los limpios de corazón..." Las ciudades a orillas del lago de Tiberiades, las que más ocasiones tuvieron de oír a Jesús y de ver sus milagros tenían que haber respondido mejor a las gracias que Jesús les ofrecía. Y ello hubiera sido su felicidad. Pero, por el contrario, se hundieron con el rechazo y la desgracia. "Malditos los que no escuchan la Palabra de Dios..." "Maldito eres tú, si no sabes estar atento a los acontecimientos en los que Dios te da un signo y quiere hablarte..." ¿Soy yo quizá uno de esos "privilegiados", que han tenido la suerte de oír muchas veces a Jesús? ¿Acepto seriamente esta responsabilidad? ¿Qué gracias particulares he recibido? ¿qué buenas ocasiones se me han presentado? ¿A qué me compromete todo ello?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Con mucha frecuencia somos ciegos e insensibles a las maravillas que tú haces entre nosotros y al amor que nuestros hermanos nos muestran. Abre nuestras mentes y corazones para poder percibir los signos de tu presencia en el bien que tantos hermanos nos hacen a nosotros mismos y a los demás. Danos la gracia de poder percibir también la presencia de nuestro Señor crucificado en los afligidos y en los que sufren. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  Arrepintámonos. Quizás pensemos que esas duras palabras del Señor no van con nosotros. Si somos de mente abierta, seguramente notaremos que hay muchas cosas en nosotros que no nos gustan y que desearíamos cambiar. La suma perfección no es característica de este nuestro mundo. “QUEJAS DEL SEÑOR”
·         Vine a los míos y los míos no me recibieron.  Me hice como uno de ellos y no me conocieron.
·         Busqué nuevas formas de presencia:  me prolongué en signos visibles, me quedé en sus templos y en sus casas,  quise estar en el centro de sus encuentros, pero ellos apenas se dan cuenta.
·         Me encarné en el pobre y en el que sufre; quise hacerme presente en sus debilidades:  curar, compartir, acompañar, servir, ser testigo firme de toda vida, aún de la más débil;  pero ellos se van por otros caminos.
·         Me ofrecí como alimento -sabroso pan y dulce vino-pero el banquete les parece insípido y triste.
·         Me hice Palabra buena y nueva, y ellos la amordazan con leyes y normas. Les descubrí los manantiales de agua viva, y vuelven a las pozas y charcas contaminadas.
·         Tengo cada día una cosecha generosa de dones y gracias que quiero repartir, pero nadie la solicita, y me quedo con mis dones.  ¡No hay dolor mayor que no poder regalar a quien se quiere!
·         Tal vez equivoqué la estrategia. Si me hubiera quedado en un lugar solamente,  seguro que todos irían a buscarme y a pedirme.  ¡Me tienen al alcance de la mano, pero ellos prefieren ir a encontrarme a oscuros y estériles rincones!
·         A pesar de todo, renuevo mi presencia. Me quedo con ustedes. Me quedo en el centro de sus vidas. No me busquen lejos. Búsquenme en lo más profundo de su ser, en lo más querido de sus anhelos, en lo más importante de sus tareas, en lo más cálido de sus encuentros, en lo más claro de sus historias. Búsquenme en el dolor y en la alegría, siempre en la esperanza y en la vida. Los espero.

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