martes, 29 de marzo de 2011

Lectio Divina tercer martes de cuaresma 29 de marzo 2011, Ciclo – A- Lecturas: Daniel 3,25.34-43; Salmo 24; Mateo 18, 21-35

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

PERDONAR DE CORAZÓN


1. Hagamos las LECTURAS         
Se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete vecesJesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo.”  El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo! “Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré " Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con ustedes mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – A la gente de su tiempo y de nuestro tiempo Jesús no se cansa de reiterar que el advenimiento del Reino será de manera distinta a lo visto hasta entonces en el proceder humano. El Reino de Dios, por ser un acto de gracia o de amor gratuito, parte de la reconciliación. Como lo hace Dios, hay que acoger a todos los seres humanos, sin importar cuán pecadores sean. El Reino acontece allí donde acontezca el amor gratuito, el perdón. Por eso su acontecer es sencillamente la presencia tangible de la misericordia. Mientras el mundo no rompa con el perdón el espiral de la venganza, no hará habitable la tierra. La llenará de odio y de violencia. Es una obligación perdonar y ser compasivos para con los hermanos, en agradecimiento a Dios, que lo fue con nosotros.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
El evangelio proclamado narra el momento en que Pedro pregunta a Jesús cuántas veces hay que perdonar al hermano. Pedro quiere llevar cuenta del perdón que da. No tener límite en el perdón es una ardua empresa. La respuesta que escucha es bien sencilla: Perdona sin llevar cuenta; perdona siempre, setenta veces siete. Perdonar es dar lo mejor de nosotros mismos, es dar corazón, porque se nos pide perdonar de corazón. No tenemos derecho a pedir al Señor el perdón que no damos. La parábola del deudor que pide piedad a su amo y que estrangula al que le debe una pequeña cantidad es bien elocuente.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Según Pablo Freire, el oprimido tiene incrustada en su interior la figura del opresor. Critica y teme al opresor, pero, a la primera de cambio, lo imita. El siervo inmisericorde actúa con su compañero lo mismo que temía que el amo actuara con él. Pero la parábola de Jesús no está hablando de cualquier amo, sino del Padre misericordioso, capaz de perdonar los pecados más profundos y las deudas más inmensas. Él es capaz de un amor y un perdón que no lleva cuenta de las faltas, que no está acechando al pecador para castigarlo.
Si entendiéramos esto, tal vez nos sería más fácil empezar a perdonar, a perdonarnos a nosotros mismos y a pedir perdón. Nuestra fe en el Padre perdonador, gratuitamente dadivoso y compasivo, nos lleva a sentir la urgencia de vivir el perdón como algo profundamente enraizado en ella. Sin perdón no hay fe auténtica en Dios ni en el hermano.

Solamente si cultivamos la grandeza de pedir perdón y aprendemos a dar el perdón al estilo de Dios, con corazón grande, podremos liberarnos del miedo, de la imagen del opresor que tenemos dentro, y empezar a ser verdaderamente humanos, como Jesús.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Quizás una de las cosas de las que más adolece el mundo hoy es la "misericordia". Nos hemos vuelto duros, rígidos, muchas veces intolerantes e insensible. Es triste ver que muchos de nosotros cristianos actuamos como este hombre de la parábola. Esperamos solo el momento del error del hermano para echárselo en cara. Quizás podríamos escudarnos en que buscamos su bien, que lo estamos educando, que es la única manera de que aprendan; sin embargo esta no fue la pedagogía de Jesús, y no es la manera como nos trata el Padre. Jesús nos dijo: "Sean perfectos como el Padre Celestial es perfecto". Y ¿cuántos de nosotros los somos? Y por no serlo, ¿Jesús nos desprecia o nos humilla? Ciertamente no. Respeta nuestro proceso, nos alimenta con amor y de esta manera nos permite experimentar su misericordia. Aprendamos a ver hacia nosotros mismo. Así descubriremos toda nuestra miseria. Esta es la base para tratar a los demás con dulzura y compasión, porque si siendo lo que soy, Dios me trata con amor, con cuánta más razón no lo haré yo con mis hermanos, que la verdad, son mejores que yo.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Nos consideramos a nosotros mismos como tu pueblo elegido, el pueblo que afirma ser tu signo de reconciliación… ¡Oh Dios, qué pobres somos! Con cuánta frecuencia te fallamos al perdonar quizás sólo por un acto de condescendencia, como si hiciéramos un gesto de gran favor a los que buscan reconciliarse con nosotros. Señor, enséñanos a perdonar de la misma manera y con la misma amplitud con que tú nos perdonas: totalmente, sin condiciones, desde la bondad de nuestros corazones. Danos esta grandeza de corazón por medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Somos hombres y mujeres  que hemos recibido perdón del Señor, y  -así lo esperamos-  también de los hermanos. Nosotros deberíamos aprender también a perdonar, de modo que nuestra oración en el Padre Nuestro sea verdadera. “DESPOJADO DE JUSTIFICACIONES”

Hazme ver, Señor, mis fallos y culpas, los que no veo y los que no quiero ver. Los stops a tu llamada, los silencios ante la injusticia, los talentos que no desarrollo, la pereza para retomar tu camino, la alergia a todo esfuerzo, el apego a  mis estatus, el miedo a lo nuevo, el bien que no hago, esas diarias justificaciones…

Y, también, mis cumplidos por quedar bien, mis ganas y manejos por ser el centro, mis críticas ácidas que matan ilusiones, mi desamor que justifico como falta de tiempo, mi soberbia escondida y su falsa protección, mis sentimientos mal encauzados que me anegan, mis frenos a la generosidad ajena, mis batallas oscuras y sin causa, mi ridícula dignidad…

Hazme ver, Señor, mis fallos y culpas, los que no veo y los que no quiero ver. Ábreme los ojos y el corazón. Lávame, despiértame y renuévame.


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