Lectio Divina primer jueves de cuaresma 17 de marzo 2011, Ciclo – A- Lecturas: Ester 14,1.3-5.12-14; Salmo 137; Mateo 7,7-12
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
NO HAY NADIE QUE ME AYUDE SINO TU
1. Hagamos las LECTURAS
Del libro de Ester 14, 1. 3-5. 12-14
En aquellos días, la reina Ester, temiendo el peligro inminente, acudió al Señor y rezó así al Señor, Dios de Israel: «Señor mío, único rey nuestro. Protégeme, que estoy sola y no tengo otro defensor fuera de ti, pues yo misma me he expuesto al peligro. Desde mi infancia oí, en el seno de mi familia, cómo tú, Señor, escogiste a Israel entre las naciones, a nuestros padres entre todos sus antepasados, para ser tu heredad perpetua; y les cumpliste lo que habías prometido. Atiende, Señor, muéstrate a nosotros en la tribulación y dame valor, Señor, rey de los dioses y señor de poderosos. Pon en mi boca un discurso acertado cuando tenga que hablar al león; haz que cambie y aborrezca a nuestro enemigo, para que perezca con todos sus cómplices. A nosotros, líbranos con tu mano; y a mí, que no tengo otro auxilio fuera de ti, protégeme tú, Señor, que lo sabes todo.»
Del Evangelio según san Mateo 7, 7-12
Jesús dijo a sus discípulos: -«Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de ustedes le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si ustedes que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden! En resumen: Traten a los demás como quieren que ellos los traten; en esto consiste la Ley y los profetas.»
VEAMOS NUESTRA REALIDAD – Se dice que hoy hay crisis de oración entre los cristianos; que se ora poco y que se ora mal cuando se hace. Otros denuncian que los que oran se desentienden del mundo y que, en cambio, los que quieren revolucionarlo no oran. Eso explicaría la ineficacia de unos y de otros. El ejemplo de Ester por una parte y el super ejemplo de Jesús por la otra, son el perfecto equilibrio y unión entre oración y acción, es una lección evidente para cuantos le seguimos.
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
La oración da a conocer toda la riqueza de la bondad de Dios para con nosotros. Dios no puede rechazarnos cuando nos volvemos con confianza a él desde nuestra miseria humana, desde nuestras necesidades, también desde nuestras alegrías, incluso desde nuestro silencio cuando no sabemos qué decir. Pero la razón última de su generosidad no es tanto lo que le pedimos, sino su bondad. Él es bueno; goza dando, y dándose. Da con alegría. Y da siempre más de lo que se le pide.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Si ayer las lecturas nos proponían la figura de un profeta, hoy nos presentan otra figura bíblica, una mujer: la reina Esther, mujer de fe, mujer de su pueblo. Esther es ejemplo de valor, de coraje, pero sobre todo, de oración confiada, que es lo que nos recomienda hoy Jesús en el evangelio.
Para poder pedir con fe, primero tenemos que haber sabido escuchar con la misma fe. Escuchar la realidad, escucharnos a nosotros mismos, escuchar el clamor de nuestros hermanos anteponiéndolo a las propias necesidades... en definitiva, escuchar como Dios quiere. Sólo entonces, desde la obediencia (auténtica escucha) de la fe, podremos invocar a Dios. Quizá tengamos que sabernos y sentirnos realmente solos e indigentes, como sola se sintió Esther; quizá tengamos que fiarnos tanto de Dios como nos fiamos de nuestro mejor amigo, de quien más queremos y nos quiere.
Y será entonces, cuando pidamos de tal manera que podamos creer que ya se nos ha concedido, pues “si nosotros siendo malos, damos cosas buenas a nuestros hijos, ¡cuánto más nuestro Padre del cielo nos dará lo mejor!”. ¿Acaso no nos lo ha dado ya? ¿Acaso no es un hijo lo mejor que tiene un padre? Nos ha dado a su Hijo y tenemos una Cuaresma por delante para hacernos conscientes de semejante don. Nos ha dado su vida, su humanidad, su muerte y su resurrección... ¿puede dejarnos indiferentes sin provocar en nuestro interior el deseo de responder a tanto amor entregando por nosotros la vida?
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Corre por internet el cuento del niño que gritó en la montaña: “Estúpido” y el eco le repitió “Estúpido”. El padre le explicó al niño que la vida es como el eco, y lo invitó a gritar cosas agradables: “Te quiero”, gritó el niño, y el eco repitió: “Te quiero”. – Esta catequesis del evangelio de hoy sobre la oración parece no hallar lugar en nuestras vidas. ¿Por qué necesita Dios que le pidamos si él ya sabe lo que necesitamos? Porque la oración es en nuestras manos la herramienta que nos educa para hablar con nuestro Padre. Y es la herramienta que Él tiene en sus manos para educarnos en su amistad. No tenemos más que ver a los niños malcriados a quienes nunca se les negó nada, para darnos cuenta del bien que nos hace la oración de súplica sencilla, confiada y agradecida. Esta enseñanza de Jesús termina con la llamada “Regla de oro”: “Traten a los demás como quieren que los demás les traten”. El curioso dinamismo del eco… Y con esto, Jesús resumió sencillamente todos los libros del Antiguo Testamento.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor, Dios nuestro: Tú eres un Padre generoso, que nos das lo que es bueno para nosotros simplemente porque nos amas. Danos un corazón agradecido, Señor,
para que aprendamos de ti a dar y compartir sin condición alguna, sino sencillamente con amor y alegría, como Jesús hizo entre nosotros, tu Hijo, que vive contigo y con nosotros por los siglos de los siglos. Amén.
para que aprendamos de ti a dar y compartir sin condición alguna, sino sencillamente con amor y alegría, como Jesús hizo entre nosotros, tu Hijo, que vive contigo y con nosotros por los siglos de los siglos. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Nuestro Señor nos asegura hoy: “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá”. Que ojalá todos nosotros seamos hombres y mujeres que confían en la oración.
Tú eres, Señor, el hambre que debe ser saciada, la sed que debe ser apagada, el desnudo que debe ser vestido, el sin techo que debe ser hospedado, el enfermo que debe ser curado, el rechazado que debe ser acogido, el no aceptado que debe ser recibido, el abandonado que debe ser amado, el sidoso que debe ser ayudado.
Tú eres, Señor, el mendigo que debe ser escuchado, el loco que debe ser protegido, el insignificante que debe ser abrazado, el ciego que debe ser acompañado, el sin voz que necesita quien hable con él, el cojo que necesita una mano amiga, el drogado que puede regenerarse, la prostituta que puede ser rehabilitada, el anciano que debe ser atendido.
(M. Teresa de Calcuta
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