viernes, 6 de enero de 2012

Lectio Divina jueves 05 de enero 2012, -Ciclo – B. lecturas: 1Juan 3,11-21; Salmo 99; Juan 1,43-51

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

¡HAZ DE VER COSAS MAYORES!


1. Hagamos las LECTURAS 
Éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos unos a otros. No seamos como Caín, que procedía del Maligno y asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo asesinó? Porque sus obras eran malas, mientras que las de su hermano eran buenas. No os sorprenda, hermanos, que el mundo os odie; nosotros hemos pasado de la muerte a la vida: lo sabemos porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene de qué vivir y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo. Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios.

Del Evangelio según san Juan 1, 43-51
Jesús determinó salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: «Sígueme.»  Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: «Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.» Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»  Felipe le contestó: «Ven y verás.» Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tienen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»  Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»  Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»  Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo les aseguro: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – A Natanael le costó mucho descubrir al Hijo de Dios en los signos pobres de Jesús de Nazaret. Pero dio el paso definitivo tomando una opción fundamental por Cristo. También nosotros, a menudo, colocamos una etiqueta sobre las personas a quienes creemos conocer bien. Quedamos con frecuencia prisioneros de juicios a priori, de prejuicios. Reflejamos incontroladamente opiniones que están en nuestro ambiente... Jesús por el momento es considerado solamente como "alguien de Nazaret" y se desprecia todo lo que viene de Nazaret. ¿De quién siento la tentación de decir: de esta persona, de este grupo, de este movimiento, de este ambiente, no puede salir nada bueno?

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Hoy oiremos en el evangelio cómo Jesús llama a varios apóstoles: “¡Ven, sígueme!”, dice él, y ellos le siguen. Le reconocen como a su Salvador, el Hijo de Dios. De ahora en adelante no solamente tendrán que aceptar su palabra, sino también vivir como él vive.  Por eso, la Primera Lectura, tomada de la primera carta de San Juan, encaja perfectamente con el evangelio: la vida del cristiano debe estar marcada por el amor, ya que Jesús entregó su vida por nosotros por amor. El amor no es una teoría o mero sentimiento, sino una experiencia de serio compromiso y entrega.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Estamos bajo el impulso de la afirmación de Juan, aquella en la que afirmaba que Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, es decir, tenemos la cercana certeza de saber que Jesús de Nazareth es presencia y memoria de liberación, de Dios que interviene en la historia para liberar a su pueblo.

De las orillas del Jordán -el sencillo templo del Bautista, corazón y agua del río-, Jesús se encamina hacia Galilea, la sospechosa y despreciada Galilea de los gentiles, la antítesis de la Judea de la ortodoxia, del Templo, del poder, de los ricos y poderosos.

En su decisión hay definición y es más que sorprendente: parece que Dios amanece la Salvación allí mismo, en la periferia de todo, en donde se presupone que nada sucede, que ya está todo finalizado.

El -Sígueme- que le dirige a Felipe no es orden tajante a obedecer sin dudar, ni un profuso debate teológico para la comprensión de una doctrina. Es una invitación sencilla y libre, signo cierto de que Dios siempre toma la iniciativa en salir a buscar a los dispersos, y que nuestra misión nace de esa acción primera de Salvación, iniciativa de liberación del Dios de la Vida que continúan sus hijas e hijos.

Felipe se enciende de asombro y sorpresa, y sin lugar a dudas su corazón arde del mismo modo que el corazón de los discípulos en la calzada de Emaús: el encuentro con Jesús desata las ansias de compartir el hallazgo con los demás, por eso Felipe no se queda, y comparte sus sentires con su amigo Natanael.

Es claro que cada persona es un universo de complejidad y profundidades. Cada uno tiene sus tiempos y sus modos de vivenciar los hitos de su existencia de un modo enteramente personal, y es por ello que Natanael al comienzo se muestra escéptico. Razona con la mentalidad imperante que nada bueno puede venir de Nazareth, como solemos razonar acerca de villas y favelas, nada bueno puede venir de migrantes sin papeles, menos de pobres, jamás de homosexuales, divorciados o portadores de mil estigmas diferentes.

-Ven y verás- invita Felipe, convidando a la sorpresa y al asombro, pues hay más, siempre hay más. Hay otra realidad al alcance del corazón para mujeres y hombres sin dobleces, capaces de descubrir a ese Alguien concreto que ha salido a nuestro encuentro, que nos mira y vé siempre primero bajo las higueras de nuestras comodidades y a la sombra de nuestras rutinas.

El encuentro es una invitación a salir al sol, a encontrarse con Jesús de Nazareth, a jugarse entero porque los cielos están abiertos, porque la trascendencia y la infinitud se han conjugado en una persona que no se reserva nada para sí y lo comparte con todo aquel que se anime a vivir una nueva vida en el Espíritu, un Dios compañero que camina con nosotros.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-No se extrañen hermanos si el mundo los odia...
Todo el que odia a su hermano es un asesino... Aquéllos a los que Juan se dirigía, sus corresponsales sufrían entonces la persecución. ¡Odio!... ¡Amor!... Hay que desconfiar. Es menester buscar qué aspecto toma el odio en mi propio corazón. La palabra es dura y hay el riesgo de que nos engañe: ¡Vamos a ver! ¡Yo no odio a nadie, no soy un asesino! ¿Por quién me toman? Sin embargo, ¿no hay quizás en mi vida personas que quisiera ver a cien leguas de mí, a las que suprimiría de mi vida si fuera posible? «Pero, Yo les digo: amen a sus enemigos, hagan bien a los que los persiguen.»

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Cuando no sabemos qué hacer o cómo vivir, tú nos remites al ejemplo vivo de Jesús, tu Hijo. Ayúdanos a aprender de él qué significa amar, no solo en teoría, sino sobre todo en la práctica, Danos el valor de seguirle abriendo, con él y como él, nuestros corazones a nuestros hermanos y hermanas y entregándonos a ellos en la vida y en la muerte, por la fuerza del mismo Jesucristo, tu Hijo y Señor nuestro, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: El señor nos ve dónde estamos y cómo estamos. La mayoría de nosotros somos personas llenas de buena voluntad, pero llenas también de serias limitaciones. Él nos ve, no para vigilarnos como un policía -y menos para castigarnos-, sino para amarnos y animarnos como un Padre.  VEN Y LO VERÁS”
En eso de buscar excusas soy, Señor, especialista. Ante la urgencia de una respuesta  encuentro siempre argumentos  para escabullirme y no dar golpe. Pero Tú me dices:   Ven y lo verás

Te aseguro, Señor, que miro, veo y respondo  según mi conveniencia.  En esto de mirar y ver  hay muchas trampas,  y pienso que llegas tarde  si quieres enredarme.  Pero Tú me dices: Ven y lo verás.

Muchos días miro y no veo nada.  Estoy dormido, bien dormido,  ante los marginados y heridos del mundo.  Y creo que aquí no pasa nada,  que eso es un invento  para tenernos en vilo.  Pero Tú me dices: Ven y lo verás.

Hay otros días en que veo doble,  y una injusticia a cada paso.  Pienso que esto no tiene arreglo,  y me amargo soñando interminables desgracias con los brazos cruzados, y diciendo: Nada se puede hacer.  Pero Tú me dices: Ven y lo verás.

Y cuando pongo manos a la obra,  porque estómago, corazón y cabeza  me duelen de tanto soportar,  son muchos los que afirman  que eso no va con nosotros,  que lo nuestro es otra cosa, que no debemos meternos en política ni despertar a los que duermen bajo las higueras. Pero Tú me dices: Ven y lo verás.

Los eslóganes son claros: que no me coma el cuento,  que no sea un ingenuo, que no me emocione al primer golpe,  que no me deje cambiar el nombre, que no pregone mis ilusiones, que respete a la gente en sus opciones,  que siga feliz descansando a la sombra,  que sólo se vive una vez, que de Nazaret nada bueno puede salir...  Pero Tú me dices:
Ven y lo verás.



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