jueves, 22 de diciembre de 2011

Lectio Divina miércoles 21 de diciembre 2011, Tiempo de Adviento (IV), Ciclo – B. Cantar de los Cantares 2, 8-14; Salmo 32; Lucas 1, 39-45

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

EN ADVIENTO 2011



PONERSE EN MARCHA SIN DEMORAS


1. Hagamos las LECTURAS 
¡Oigan, que llega mi amado, saltando sobre los montes, brincando por los collados! Es mi amado como un gamo, es mi amado un cervatillo. Miren: se ha parado detrás de la tapia, atisba por las ventanas, mira por las celosías. Habla mi amado y me dice: «¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Porque ha pasado el invierno, las lluvias han cesado y se han ido, brotan flores en la vega, llega el tiempo de la poda, el arrullo de la tórtola se deja oír en los campos; apuntan los frutos en la higuera, la viña en flor difunde perfume. ¡Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí! Paloma mía, que anidas en los huecos de la peña, en las grietas del barranco, déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz, porque es muy dulce tu voz, y es hermosa tu figura.»
Del Evangelio según san Lucas 1, 39-45
Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: - «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – María sigue hoy presente en el pueblo creyente, en los que confían que se cumplirán por fin las promesas de Dios, los anhelos de libertad y justicia de nuestro Continente. Es importante mantener viva esta esperanza, creer que "a pesar de todo" se cumplirá lo que Dios prometió, aunque el presente sea tan contradictorio como el embarazo de una virgen soltera.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Pocas cosas  -si es que hay alguna-  son más lindas, tanto a nivel humano como divino, que el encuentro entre personas. Un encuentro supone una gran alegría y una gracia incomparable. La lectura del libro El Cantar de los Cantares habla del encuentro entre un joven pretendiente y la joven que él ama. Ésta es probablemente una imagen simbólica del amor entre Dios e Israel.  En el evangelio, Isabel encuentra a María; incluso el nonato Juan el Bautista encuentra al Salvador, con su madre. Más profundos que los encuentros entre gente ocupada en asuntos de negocios, ciencia, política, o gente en sus ocupaciones y trabajos, son la comprensión, el amor y el compartir en unos encuentros realmente humanos. Éste es el tipo de encuentros que nos espera con el Señor en Navidad y en esta eucaristía. Los encuentros son aún más profundos cuando Dios es compañero y parte  en el mismo encuentro.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD – María sigue hoy presente en el pueblo creyente, en los que confían que se cumplirán por fin las promesas de Dios, los anhelos de libertad y justicia de nuestro Continente. Es importante mantener viva esta esperanza, creer que "a pesar de todo" se cumplirá lo que Dios prometió, aunque el presente sea tan contradictorio como el embarazo de una virgen soltera.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Cuando el amor llega a tu vida, si es amor verdadero, sientes alegría. Amor de distintas formas y múltiples expresiones. Da igual que sea amor fraterno entre amigos, filial entre padres e hijos, erótico de pareja… Si el amor llega, te ilumina. Y digo amor, no enamoramiento, pues este último es una emoción, y las emociones son pasajeras, mientras que el primero es un sentimiento, y estos perduran y se anclan en el interior de la persona. Está llegando el Amor de Dios y la Palabra nos muestra dos bellos relatos.

En el Cantar de los Cantares, la amada está como loca pues viene su amado, y con este amor hasta la naturaleza cambia de estación: del invierno a la primavera. Las flores del campo, las higueras que despuntan, las viñas abultadas, la estación de los cánticos, el arrullo de la tórtola…, todo invita a celebrar el amor y a gozar de él. El oído despierto percibe la proximidad del amado, aunque no sea más que «un rumor... ». La amada se imagina cómo se acerca presuroso su amado, cómo mira y atisba por la ventana y por la reja. Oye su voz. 

En el evangelio de Lucas, María no puede soportar más la alegría que lleva dentro y la tiene que compartir con alguien, con su prima Isabel. Su gozo es expansivo. No se lo puede guardar. Le resulta imposible permanecer callada, quiere alegrar con la alegría que lleva dentro de tal modo que hasta el otro niño, futuro Juan, salta de gozo en el seno de su madre. La alegría auténtica y verdadera, como sentimiento profundo, no como emoción pasajera, es contagiosa.

Pues bien, querido hermano/a, este amor llega. Ya queda menos. Ojalá lo esperemos con la misma expectación con que lo esperó la amada del Cantar y la Virgen María, nuestra Madre. Ojalá llegue a nuestra vida en la forma en la que el Espíritu considere más oportuna.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
El Salvador esperado ayer y hoy viene, está a sólo unos pasos. Y no viene solo. Viene porque una mínima muchachita judía de corazón infinito ha dicho Sí! y ha transformado la historia. Esa Mujer trae en sí la Salvación, y con el Niño que Salva en su interior, se dispone sin ninguna demora ni excusa al encuentro de quien la necesita. Se llamaba Isabel. Hoy podemos poner muchos nombres -al menos, los que conozcamos, pero son muchas gentes encerradas por largo tiempo como Isabel- pero el darse de María es el mismo: El Salvador viene de la mano de una Mujer, es llevado de una persona a los otros. La alegría no es tal cuando no se comparte y no se da.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios, Padre nuestro:  Hemos encontrado a tu Hijo… Que él vaya con nosotros ahora a proclamar, por nuestro medio,  tu palabra de ánimo y de perenne esperanza, y que él nos transforme  en su cuerpo visible para el mundo, para que cada encuentro con nuestros hermanos se convierta, de ahora en adelante, en bendición, gracia y alegría, y en entrega generosa a ti  y a todos los hermanos, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  La venida de Cristo en Belén trajo alegría al mundo. Con él hay esperanza. ¡No hay ya más espacio para el miedo y la tristeza! ¡Incluso la cruz  puede llevarnos a la alegría! Que el Señor nos haga su pueblo, contento y  alegre.  “NAVI-DAD”

Si tu ya vives tu Navi-DAD, refuérzala, si no, reflexiona...  Andamos igual que la loca del cuento. Lloraba cada vez que en el pueblo había una muerte; pero jamás preguntaba quién había sido el muerto. Le interesaba la muerte abstracta, sin nombre ni rostro, la pura neutralidad del hecho.

Así nosotros. Celebramos cada año un nacimiento o más bien, la abstracción de un nacimiento, puesto que poco o nada nos interesa el recién nacido. Hemos llegado los cristianos a la incongruencia de conmemorar la navidad de Cristo pero sin Cristo.

Pusimos tantas envolturas y artificios sobre la cuna, que se nos veló el rostro del que nacía. Nos quedó la cáscara, se perdió la almendra. La navidad es una y sola. El hecho de que Dios, decidido a hacerse hombre, nació de mujer en la pobreza y en la humillación; el ingreso de Dios en nuestra propia historia, la esperanza de salvación para los pecadores. Todos.

Frente a esta Navidad mayúscula, que es la única y la verdadera, han surgido otras navidades con minúscula, caricaturas y sucedáneos, pequeñas trampas con que un mundo materialista hasta el tuétano, sustituye la fe por el placer; la esperanza, por el dinero, la adoración de Dios por la adoración del hombre.

Por ejemplo...

LA NAVIDAD GASTRONÓMICA. El pavo al horno, los turrones y el champán. Belén es una cena de medianoche, el banquetazo del año, los manteles largos, los estómagos hastiados. Claro que el hambre en el mundo nada tiene que ver con Belén.
LA NAVIDAD POSTAL. El recuerdo de los amigos que olvidamos 364 días del año. Metros y metros cúbicos de correspondencia atascados en las oficinas de correo y más reciente de felicitaciones virtuales de las tarjetas deliciosamente cursis. Y una frase gastada y sin lenguaje: Feliz Navidad.
LA NAVIDAD TURÍSTICA. No la de convivencia familiar sino el viaje apresurado a donde sea para "divertirnos" al tiempo que nos evadimos de lo cotidiano. Y tener una buena respuesta a la pregunta: ¿Adónde fuiste esta Navidad? Cuando la pregunta debería ser ¿Cómo viviste esta Navidad?
LA NAVIDAD CONSUMISTA. Desde los niños que valoran la celebración religiosa por los juguetes que reciben, hasta los adultos que juegan, también ellos, a obsequiar para que obsequien. Bienvenida la fiesta litúrgica si deja una caja de bombones, una colonia donde sea menos en tu país de origen y un cheque al portador.
LA NAVIDAD DE MUCHO MUNDO. El night club o la disco para el jet-set. La boite de nuit para el playboy y sus aprendices. Con motivo de la Navidad de Cristo hemos contratado las mejores orquestas. Baile usted en nuestra pista de cristal. Se obsequian serpentinas, globos y confeti.
LA NAVIDAD FOLKLÓRICA. Adornar por adornar no importando el costo de las cosas, casi en competencia por tener lo más novedoso. Olvidamos que el pino, el nacimiento y los adornos tienen un sentido cristiano profundo, de gran recuerdo y enseñanza que nada tiene que ver con su apariencia y valor económico.
LA NAVIDAD ESPUMOSAMENTE PIADOSA. De cristianismo estilizado, de piedad epidérmica, de religiosidad incomprometida, sin que se lleve a la acción. Demasiado lírica y empalagosa. La historia es más dura y redentora: un Dios nacido voluntariamente pobre, desplazado y sufriente, exigiendo a los hombres la renuncia de toda soberbia, la renovación del hombre y del mundo.
Ayer, como hoy, sigue siendo válido la nostalgia navideña de Juan en su Evangelio: "Vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron». Sólo hay una Navidad digna del nombre: la que conjuga el verbo dar. Lo conjugó el Padre: nos DIO a su HIJO unigénito. Lo conjugó la Madre: María DIO a luz a su primogénito para que fuera nuestra luz. Y lo hemos de conjugar nosotros compartiendo con los hermanos el pan y el consuelo, la ayuda y el amor.

Navidad tiene una extraña etimología de irradiación social, procede de la más profunda raíz cristiana: NAVI-DAD : IMPERATIVO DEL VERBO DAR

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