Lectio Divina martes 20 de diciembre 2011, Tiempo de Adviento (IV), Ciclo – B. Lecturas: Isaías 7,10-14; Salmo 23; Lucas 1, 26-38
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
EN ADVIENTO 2011
ATENTOS A LAS SEÑALES
1. Hagamos las LECTURAS
En aquellos días, el Señor habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.» Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No les basta cansar a los hombres, que cansan incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, les dará una señal: Miren: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Del Evangelio según san Lucas 1, 26-38
A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: - «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: - «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.
VEAMOS NUESTRA REALIDAD – ¿Has encontrado estos indicadores durante este Adviento? Piénsalo despacio, porque si has trabajado este tiempo de esperanza, seguro que has pasado por ellos, aunque no siempre hayas sido consciente. Situaciones, acontecimientos ocurridos durante estas tres semanas anteriores, personas y relaciones, conversaciones, momentos de silencio y oración, de paz, de reflexión, de prueba…
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Necesitamos señales para ver por dónde vamos. Para ver si por donde vamos, vamos bien; si este es el camino o nos hemos salido de él. Estas señales son las marcas que vemos en los caminos de montaña, los hitos, los mojones, los indicadores… El profeta Isaías hoy nos muestra una de estas señales o marcas que el rey Acaz necesitaba de Dios para asegurarse de que estaba con ellos ante la invasión asiria. Señal que le cuesta pedir porque Dios va a pensar que no se fía de él. La señal es el nacimiento de un niño llamado “Emanuel” cuyo nombre ya significa que Dios está con su pueblo y no lo abandona: “Dios con nosotros”. El Evangelio de Lucas nos muestra la señal de las señales: la Anunciación. “Ahí tienes a tu pariente Isabel, que a pesar de su vejez…” María se fió de esta señal, siguió esta marca y la siguiente, y la siguiente hasta el pie de la cruz. Pero allí no terminaban, habría más: Jerusalén, Pentecostés… No quedo defraudada, como ya sabemos.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Aldea perdida en Galilea. Una muchacha judía -casi una nada, insignificante- recibe una visita inesperada, la de su propio Dios expresada en ese Mensajero. No hay visión, no hay una aparición espectacular, hollywoodense: hay Palabra.
Esa misma Palabra es la que la desconcierta; es importante descubrir que no la embarga el miedo tal como nosotros lo conocemos, sino más bien el temor de Dios. ¿Quién es ella, tan pequeña, para ser destinataria de la Palabra del más Grande?
Asombran los términos del Mensajero: la trata con delicadeza, con respeto, con dulzura. Debe ser que el Dios del Universo se ha enamorado de ella.
Es el tiempo de la Gracia, de lo dado por puro amor. Y la Gracia transforma, renueva y recrea. María es transformada por la Gracia, y por ello será plena, feliz. Plena como Madre, plena como discípula.
No es tampoco que escuche nada más: ella escucha, pregunta, medita. Es Virgen Purísima en el sentido más profundo: no hay en su alma nada que obstaculice, la Gracia la transforma totalmente, a tal punto que suscita en su propio cuerpo a Aquel esperado por siglos, su Hijo y Señor, Dios con nosotros.
Al escuchar y hacer vida la Palabra, al saberse y aceptarse libremente esclava de Aquel que la ama sin condiciones, se convierte también en Madre de todos los vivientes.
El Niño Santo que viene creciéndose en sus entrañas es la Salvación ofrecida amorosamente a toda la Creación.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
¿Qué señales ves en este Adviento? ¿Qué te quiere decir el Señor? ¿Por dónde vas? No importa saber el final del camino ni a dónde nos lleva, sólo Dios lo sabe. Lo importante es caminar confiado, como el buen peregrino, siguiendo las señales del camino para no perderse. Nunca adelantándose al Espíritu Santo, siempre detrás, para ir seguro.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios de los pobres y de los humildes: Te damos gracias hoy por escoger a María
como la Virgen Madre de Jesús, tu Hijo. Su fe y servicio entusiasta abrieron el camino hacia tu mundo nuevo. Disponnos a buscar sinceramente tu voluntad y a cooperar en tus planes, para que nosotros también, como María, ofrezcamos al mundo su Salvador, Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
como la Virgen Madre de Jesús, tu Hijo. Su fe y servicio entusiasta abrieron el camino hacia tu mundo nuevo. Disponnos a buscar sinceramente tu voluntad y a cooperar en tus planes, para que nosotros también, como María, ofrezcamos al mundo su Salvador, Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: – Dios guarda fielmente sus promesas. Él es cariñoso y digno de confianza. --- ¿Guardamos también nosotros nuestras promesas? Que ojalá nos volvamos fidedignos y dignos de confianza, con la gracia del Señor. “PARA ANUNCIAR LA NAVIDAD”
Éste es el tiempo de Dios-con-nosotros, del calor en el corazón y en los hogares y de la ternura desbordada.
Es el tiempo de la infancia recobrada, de la madurez adulta y de las promesas cumplidas. ¡Tiempo del misterio encarnado!
Es tiempo de cartas y abrazos, de encuentros y familias unidas, de treguas y años nuevos.
Pero es un tiempo de temporada: nos invita a juntarnos, para salir a las calles, plazas y mercados; a manifestarnos, a ser epifanía.
Es tiempo de paz y alegría, de murallas abiertas y estrellas luminosas; de lloros, despojos y vida desvalida.
Es también nuestro tiempo, el tiempo de todos, sin excluidos, pues todos somos hijos, hijas.
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