lunes, 19 de diciembre de 2011

Lectio Divina domingo 18 de diciembre 2011, Tiempo de Adviento (IV), Ciclo – B. Lecturas: 2Samuel 7, 1-5. 8b-11. 16; Salmo 88; Romanos 16, 25-27; Lucas 1, 26-38

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

En Adviento 2011

El milagro que nos cambie a las personas

 Hagamos las LECTURAS 
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: — «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: — «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: — « ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: — «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: — «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.


2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
2Samuel 7, 1-5. 8b-11. 16: La profecía de Natán es una enseñanza sobre el modo en el que Dios está presente en medio del pueblo; y es también una promesa que perdurará en la historia de Israel, recordada en los momentos de mayor dificultad, como el exilio. Las reticencias del profeta (que habla en nombre de Dios) a construir una casa proceden del rechazo a circunscribir la presencia divina a un espacio cerrado y fijo, una idea que aparece en muchas ocasiones en las narraciones bíblicas. El Dios de Israel es el Dios que habita en la historia, algo que en esta tradición es representado por la teología de la dinastía davídica. Dado que el pueblo se identifica con la monarquía, de esta y de su fidelidad depende su destino. Israel hará memoria de esta promesa para mantener viva su esperanza y también para exhortar a una vida según el querer de Dios.
Romanos 16, 25-27: La carta a los romanos es el testamento de Pablo, ya que en ella vuelca una teología largamente elaborada y toda su experiencia vital. Estos versículos corresponden a su final, una alabanza conclusiva que, según los estudiosos, se escribió para cerrar las ediciones más antiguas del epistolario paulino. Esto nos da una pista para su interpretación, ya que recoge algunos temas decisivos para Pablo: Dios es quien hace fuerte (o quien hace fuerte la debilidad), y lo hace según el evangelio del apóstol, precisamente porque pone el acento en la gracia recibida del Señor, no meramente en la voluntad humana, para vivir según Su voluntad.
Lucas 1, 26-38: Lucas es amigo de presentar a sus personajes emparejados. Esto ocurre con María y Zacarías, cuyos relatos han sido construidos cuidadosamente en paralelo. Las diferencias entre ambos nos muestran precisamente aquello que el evangelista pretende destacar por ser el núcleo de la buena noticia que anuncia. El Hijo de Dios vendrá, no del centro oficial del judaísmo (Jerusalén), sino de una aldea alejada (Nazaret); no de un varón de estirpe sacerdotal, sino de una mujer del pueblo judío; no de alguien que, fijándose solo en las dificultades, duda de la promesa de Dios, sino de quien, pese a todo, confía en Su poder para cumplir su Palabra.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
La inmediatez de la Navidad nos hace centrar la atención en los aspectos externos de las fiestas que vamos a celebrar en medio de la crisis y con menos parafernalia que en años anteriores, con más tristeza, quizás, pero con más seriedad y reflexión. Las cosas no están para tirar por la ventana el mundo. Habrá que preservar algo y buscar la selección de lo más importante.

Algo así nos va preparando para esta Navidad en que, hartos de nuestros dirigentes que han gestionado tan mal nuestro patrimonio económico, social y humano, nos gustaría recibir a alguien que diera solución a tanto problema económico y familiar.

Buscamos milagros políticos, económicos, sociales, físicos, químicos. Un milagro que transforme las piedras en pan, el agua en vino, caliente las casas sin necesidad de encender la calefacción y nos pague la factura del gas y de la luz. Pero no, eso no ocurre ni ocurrirá. Los cuentos de hadas madrinas son cuentos muy bonitos y con mucho mensaje, pero no son narraciones literales sino literarias, porque nos cuentan cómo somos los humanos y de qué nos quejamos, cómo nos gustaría ser.

¿Imposible, entonces, esperar un milagro que cambie las cosas? Sí. Las cosas son como son. Ellas no cambian, pero nosotros sí. Las personas podemos cambiar, aunque en ese milagro nadie cree porque todo el mundo lo considera imposible.

María lo creyó posible. No pidió varitas mágicas. Se puso a colaborar con Dios. Dijo sí a Dios, y Dios la cambió. La hizo Madre. Y ella cambió, como persona, e hizo posible el cambio del mundo. Eso es lo que esperamos en Navidad. A Alguien que nos cambie, que nos haga más personas, más humanos, porque así seremos más signos de la presencia y del nacimiento de Dios entre nosotros. Más templos que señalan a un Dios que está entre nosotros, que no nos ha abandonado y que nos trae la esperanza de un futuro mejor.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
1.      ¿Hemos caído en la cuenta de la importancia de quien viene?
2.      ¿Estamos convencidos de la necesidad que tenemos los humanos de que alguien nos cambie?
3.      ¿Somos testigos, signos, de su presencia y de su acción entre nosotros?
4.       ¿Todavía somos tan ingenuos que creemos en el gobierno, en el dinero y en la fuerza para cambiar el mundo?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Le dirigimos a Dios nuestras peticiones al prepararnos para recibirlo entre nosotros:
·         Por los creyentes que celebramos la Navidad con más signos externos que vivencia interior, para que nos cambies por dentro y nos hagas personas sensibles e inquietas ante los acontecimientos del mundo.
·         Por quienes te piensan lejano, distante e indiferente a nuestra realidad, para que descubran tu interés por nosotros y por todo lo que nos ocurre.
·         Por quienes esperan de Ti milagros físicos o químicos como actos de transformación de la realidad, para que todos hagamos posible el cambio de la humanidad.
·         Por quienes viven en la soledad y la indiferencia de sus vecinos. Por quienes tienen miedo de estas fiestas por sus evocaciones familiares. Por quienes trabajarán por los demás con sus servicios de guardia.
·         Por quienes no tendrán turrones ni pan ni una mesa para comer con alegría. Por quienes viven la crisis con sus consecuencias de paro, depresión y sufrimiento familiar.
Escucha, Dios bueno, que vas a nacer entre nosotros, las peticiones que reflejan las necesidades de un mundo que te añora y te espera.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:  Quién no ha oído decir cuando estas fechas se acercan: ¡otra vez lo mismo! ¡otra navidad más! Más corre corre, gastaderas, y ahora este año con los tranques que hay va a ser imposible movilizarse.  Otros, la mayoría: que no hay plata, que vamos a hacer… este año no hay regalos, no hay juguetes, no hay cena.  Hay otros pocos que se alegran porque tienen para dar y regalar… Pero aún no hemos oído decir: Quiero una Navidad diferente, quiero ser mejor persona, quiero ser agente de cambio, quiero que Jesús nazca en mí. “¡QUÉ RARO SE NOS HACE!!

Una vez más tienes, junto a ti,  gratis,  la Navidad. Como otros muchos años desde que eres consciente Él pasará, junto a ti, tal como es, sin disfraces. ¡Qué raro se nos hace!

Llamará a tu puerta con suavidad -o inoportunamente- como otros muchos años, esperando oír tu voz, voz de trabajo o calle, de alegría o dolor, fuerte o suave, la tuya, sin disfraces. ¡Qué raro se nos hace!

No te pedirá nada, que aunque lo quiere todo, lo quiere gratis, ¿entiendes? Manía extraña de quien ama a tope y lo da todo sin asustarse. ¡Qué raro se nos hace!

Navidad para ti, si sueñas y compartes, si caminas y te encarnas, como Él, junto a los que nada tienen.

Navidad para ti, si amas amándole a tope a quienes tú bien sabes.

Navidad para ti, si todavía te atreves, como los primeros creyentes, a decir cada día: “No te hagas esperar. ¡Maranatha!”





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