Lectio Divina jueves 15 de diciembre 2011, Tiempo de Adviento (III), Ciclo – B. Lecturas: Isaías 54,1-10; Salmo 29; Lucas 7,24-30
PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA
EN ADVIENTO 2011
CON MISERICORDIA ETERNA TE QUIERO
1. Hagamos las LECTURAS
Alégrate, la estéril, que no dabas a luz, rompe a cantar de júbilo, la que no tenías dolores: porque la abandonada tendrá más hijos que la casada –dice el Señor–. Ensancha el espacio de tu tienda, despliega sin miedo tus lonas, alarga tus cuerdas, hinca bien tus estacas, porque te extenderás a derecha e izquierda. Tu estirpe heredará las naciones y poblará ciudades desiertas. No temas, no tendrás que avergonzarte, no te sonrojes, que no te afrentarán. Olvidarás la vergüenza de tu soltería, ya no recordarás la afrenta de tu viudez. El que te hizo te tomará por esposa: su nombre es Señor de los ejércitos. Tu redentor es el Santo de Israel, se llama Dios de toda la tierra. Como a mujer abandonada y abatida te vuelve a llamar el Señor; como a esposa de juventud, repudiada –dice tu Dios–. Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te reuniré. En un arrebato de ira te escondí un instante mi rostro, pero con misericordia eterna te quiero –dice el Señor, tu redentor–. Me sucede como en tiempo de Noé: juré que las aguas del diluvio no volverían a cubrir la tierra; así juro no airarme contra ti ni amenazarte. Aunque se retiren los montes y vacilen las colinas, no se retirará de ti mi misericordia, ni mi alianza de paz vacilará –dice el Señor que te quiere–.
Del Evangelio según san Lucas 7, 24-30
Cuando se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la gente acerca de Juan: «¿Qué salieron a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con lujo? Los que se visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios. Entonces, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, les digo, y más que profeta. Él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti." Les digo que entre los nacidos de mujer nadie es más grande que Juan. Aunque el más pequeño en el reino de Dios es más grande que él.» Al oírlo, toda la gente, incluso los publicanos, que habían recibido el bautismo de Juan, bendijeron a Dios. Pero los fariseos y los maestros de la ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de Dios para con ellos.
VEAMOS NUESTRA REALIDAD – En este Adviento se repite la invitación de Dios, ahora a su Iglesia, o sea, a cada uno de nosotros. La invitación a volver más decididamente a su amor, como esposa fiel, dispuesta a abandonar sus distracciones extramatrimoniales. ¿Quién puede decir que no necesita esta llamada? ¿a quién no le crece más, a lo largo del año, «el hombre viejo» que el nuevo? ¿quién puede asegurar que no ha habido desvíos y olvidos en su vida de fe y en su fidelidad a Dios?
2. MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
- Dios es el esposo siempre fiel. Israel, la esposa casquivana que ha sido infiel y ha tenido que vivir, en castigo, como esposa abandonada, estéril, llena de vergüenza. Ahora Dios la invita a volver a su amor. Si vuelve, el suyo ya no será un futuro sin esperanza: ya no será estéril, tendrá muchos hijos, y se verá obligada a ensanchar la tienda para que quepan todos en ella. Ya no pasará vergüenza como si siguiera siendo soltera o estéril o viuda. Es un lenguaje entrañable, que muestra los planes de salvación que Dios tiene para con su pueblo. Dios ofrece el perdón a Israel, le muestra su afecto, le invita a retornar a su vera.
La figura del Bautista también nos interpela: ahí tenemos, según Cristo, el modelo de un seguidor recio y fiel de los planes de Dios. Comparados con él, ¿podemos asegurar que somos personas de carácter, que no obran siguiendo la moda, lo fácil, lo que halaga, lo que hacen todos? ¿que somos sinceros para con Dios, fieles a su amor? Esta pregunta nos la podemos hacer hoy todos y cada uno de los cristianos. Porque nuestra relación de amor y fidelidad con Dios puede conocer en cada caso episodios de ida y de vuelta, de pasos adelante y pasos atrás.
b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy?
Lo sabemos: hay gentes que son lucernas en nuestras noches, y nos van señalando hacia dónde deben ir nuestros pasos para no perder el rumbo, para no desistir por miedo o por comodidad. Son gentes fieles en su sencillez, entrañablemente honestas y cabalmente íntegras; aún cuando se les asomen las dudas, no vacilan en lo que el corazón les dicta, y siempre están prestos a correr cualquier riesgo para que un hermano vuelva al camino cierto.
Así el Bautista, y las impresionantes palabras que de él dice el Maestro deben conmovernos, cuestionarnos y despertarnos.
Allí nomás, a un trecho hay un Niño que espera nuestra llegada, Dios que ha salido a nuestro encuentro. No hay lugar para el desaire de un afecto tan profundo: es preciso animarse a sumergirse en el torrente bautismal del Jordán de la misericordia infinita, descubriéndonos queridos, develando el misterio increíble que se nos muestra en plenitud y que nos dice que por más grande que sean nuestras miserias, mayor aún son las bondades que se nos derraman como bendición interminable.
Al modo en que lo enseñaba Pablo de Tarso: cuando abunda la mezquindad, sobreabunda la Gracia.
Está por llegar la Navidad, ese Nacimiento tan esperado por tantos, y debemos dirigir nuestro caminar siguiendo las claras señales del magnífico Bautista, desde pasos vacilantes de conversión a la peregrinación infinita de la Buena Noticia.
Juan es el eslabón de una cadena asombrosa, una cadena que es dable anhelar, una cadena que extrañamente libera: el enlaza el tiempo de la esperanza y las promesas con el tiempo definitivo de la Gracia y la Salvación.
3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-Como mujer abandonada y contristada de espíritu te llamó el Señor. ¿Es repudiada la mujer de la juventud? Dice el Señor...
Los pecados de Jerusalén han sido considerados por Dios como un adulterio; y Dios fue obligado a dar una carta de repudio -el exilio-. Pero Dios no olvida a la que El ha seguido amando. Ni siguiera el pecado puede parar ese amor. Entonces... Dios anula la carta de repudio.
-¡Juro que no me irritaré más contra ti! ¡Que no te amenazaré! Aun cuando los montes se movieran y las colinas tambalearan, mi amor por ti no cambiará, mi alianza de paz no será alterada, ha declarado el Señor en su compasión por ti...
Ciertamente, así me ama Dios. Es preciso callarse y escuchar esas declaraciones. Es preciso ser muy humilde, pequeño, porque no merecemos en absoluto ser amados hasta tal punto.
4. OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Hoy te bendecimos, Padre, porque eres el Dios vivo que nos quieres como a hijos con amor apasionado y eterno. Sólo podemos presentarte una vida estéril por el egoísmo. Ante ti somos tierra yerma y erial calcinado. Pero tú prefieres el nómada en la intemperie del desierto al fariseo instalado al abrigo de la dignidad engreída. Enséñanos a alabarte porque eres fiel a tu alianza y vistes al pobre y desnudo cubriéndolos con tu ternura. Abre, Señor, nuestro corazón a tu amor y tu cariño; y para responder satisfactoriamente a Cristo que viene, ayúdanos a convertirnos seriamente al amor y la justicia. Amén.
5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy?
Motivación: Y el Adviento, y la próxima Navidad, es una ocasión para revisar nuestra vida y volver al amor primero. Para que no se pueda decir de nosotros lo que Jesús, con pena, tuvo que decir de los fariseos: que frustraron los planes que Dios tenía sobre ellos. Si no aceptamos la venida de Cristo a nuestras vidas, es un «fracaso de Dios»: su programa de salvación para este año no se cumplirá, por culpa nuestra. “¡QUÉ RARO SE NOS HACE!”
Una vez más tienes, junto a ti, gratis, la Navidad. Como otros muchos años desde que eres consciente Él pasará, junto a ti, tal como es, sin disfraces. ¡Qué raro se nos hace!
Llamará a tu puerta con suavidad -o inoportunamente- como otros muchos años, esperando oír tu voz, voz de trabajo o calle, de alegría o dolor, fuerte o suave, la tuya, sin disfraces. ¡Qué raro se nos hace!
No te pedirá nada, que aunque lo quiere todo, lo quiere gratis, ¿entiendes? Manía extraña de quien ama a tope y lo da todo sin asustarse. ¡Qué raro se nos hace!
Navidad para ti, si sueñas y compartes, si caminas y te encarnas, como Él, junto a los que nada tienen.
Navidad para ti, si amas amándole a tope a quienes tú bien sabes.
Navidad para ti, si todavía te atreves, como los primeros creyentes, a decir cada día: “No te hagas esperar. ¡Maranatha!”
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