lunes, 31 de enero de 2011

Lectio Divina lunes 31 de enero 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Hebreos 11,32-40; Salmo 30; Marcos 5, 1-20

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA



1. Hagamos la LECTURA Del Evangelio según
Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre, poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: -«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes.» Porque Jesús le estaba diciendo: -«Espíritu inmundo, sal de este hombre.» Jesús le preguntó: -«¿Cómo te llamas?» El respondió:-«Me llamo Legión, porque somos muchos.» Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron: -«Déjanos ir y meternos en los cerdos.» El se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en los cortijos. Y la gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados. Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo: -«Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia.» El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús habla hecho con él; todos se admiraban.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD. Esta situación que presenta el evangelio hasta resulta cómica y exagerada… Pero mirándola bien nos recuerda la situación actual de nuestro mundo: muchísimas personas y sobre todo jóvenes en la situación del hombre de los sepulcros. Tanto el que está en esa situación como los demás que lo rodean, en lugar de acercarse a Jesús y pedirle ayuda, le quieren alejar. Unos por que lo mismo que los oprime les da placer (momentáneo) y otros porque la justicia de Jesús le desbarata la economía.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
 Según la concepción judía, estar enfermo es estar muerto; es estar relegado a las afueras de la sociedad; es no existir; es negar el cuerpo y la historia de un ser humano. El endemoniado de Gerasa se convierte así en un reflejo de la sociedad judía y romana, en un mapa de una sociedad que se niega a actuar misericordiosamente con los débiles; es la evidencia más clara de la acción malévola de una estructura que ha optado por el egoísmo y el poder. En el texto que leemos hoy nos encontramos con un hombre que vive en los sepulcros, lo cual significa que es un hombre considerado “muerto” para su comunidad, pues es un hombre poseído y esclavizado por un espíritu malo, quien le ha originado una enfermedad. Con la acción de Jesús este hombre se vincula nuevamente a la vida de la comunidad; signo de ello es que se encuentra “sentado, vestido y en su sano juicio”. Esta curación expresa ese nuevo mundo que se establece cuando Dios reina en la sociedad; es un mundo que tiene como principio de acción el amor y la solidaridad con los más débiles, con aquellos que la sociedad tiene por “muertos”.

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Jesús entabla conversación con este hombre poseído por una legión de demonios. Jesús domina la situación. Se sabe más fuerte y sabio que el mal espíritu invasor. El pobre hombre, tras resistirse y retarle, termina suplicándole la liberación. Jesús, en efecto, actúa y le libera. Este hecho acaba espantando a los vecinos de la zona quienes, entre miedos y sospechas, le piden que se marche de allí cuanto antes. El relato finaliza con la negativa de Jesús a la pretensión del mismo sanado de ingresar en su grupo. Y, en efecto, no pertenecerá al grupo de discípulos íntimos, pero sí será un resuelto misionero, como señala el evangelista Marcos en el texto.

¿PODEMOS EXTRAER ALGUNA CONCLUSIÓN PARA NUESTRA VIDA?
Hemos de combatir siempre el mal. Solo el mal. Y distinguir que no son la misma cosa “mal” y “persona pecadora”. Aunque lo sabemos y repetimos, no siempre diferenciamos. Debemos tratar de detectar el mal y rechazarlo. Sin contemplaciones y sin compasión alguna. Pero nunca hemos de arrepentirnos ni debemos combatir el bien. Porque esto es lo fabulosamente triste: que nosotros, que, con dificultad, nos arrepentimos del mal, tantas veces, con facilidad, nos arrepentimos del bien que hacemos o, también, combatimos el que otros hacen.

Es Jesús quien establece el número de componentes de su grupo. No todos tienen por qué pertenecer al mismo. El ingreso se hace por vocación y no por mera inscripción. Ello nos debe recordar que tampoco hemos de hacer el bien que Dios no quiere que hagamos. Hemos de hacer lo que El nos pida. Pertenecer al grupo de Jesús siempre será una llamada sorprendente, imprevista, gratuita… y nunca iniciativa personal ni pago de un favor.

Jesús acepta el rechazo de los gerasenos sin rasgarse las vestiduras. El evangelista no advierte en Jesús el menor sesgo de resentimiento, antipatía ni enfado hacia los gerasenos que, prácticamente y por las buenas, le invitan a marcharse cuanto antes… El está más allá de su incomprensión y cortedad de miras. Y, en silencio, se marcha sin más… como si no hubiera pasado nada. La lección es clarísima: Aunque nadie nos lo reconozca y agradezca, hoy también podemos hacer el bien “gratis”, es decir, porque sí, por amor. Lo hacemos con su ayuda y a su manera.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
"Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando. Los demonios le rogaron: Si nos echas, mándanos a la piara. Jesús les dijo: Id. salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua".
Un detalle chocante pero lleno de una enorme ironía: "el Príncipe de este mundo será echado abajo". Tan abajo que su "habitat" natural, la casa que le corresponde por derecho es el animal más inmundo para la mentalidad judía. El mar es el abismo. También la Bestia del Ap 19. 20 es precipitada en el mar. Desde la muerte y resurrección de Jesús el demonio ya no tiene poder sobre el hombre. Solamente el poder que el hombre mismo le concede.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Te alabamos porque Jesús es más fuerte que el mal y venció la legión de demonios que quieren dominarnos: el egoísmo y la soberbia, la sensualidad y la ambición, el malquerer, la mediocridad y la intolerancia. Rompe, Señor, nuestros cepos y cadenas. Si tú, Padre, no nos liberas, ¿quién puede hacerlo? Restitúyenos a nuestra condición de hijos tuyos, libres y señores del mal con Cristo y como él. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: La paciencia y un sentido de humilde modestia son necesarios en el trabajo de Dios. Él siembra, él planta, y él da crecimiento. Él también cosechará. Pero él espera, de todos modos, que nosotros colaboremos con él, bajo su amparo y bendición. Reflexionemos: “El éxito y el fracaso de tu vida depende solo de ti”

¿De las heridas que recibiste cuando eras pequeño? ¿De tus traumas de la infancia?, ¿De lo que alguien más decidió que fueras? ¿De una relación que no te satisface?, ¿De un trabajo que no disfrutas? ¿De la rutina de tu vida?  ¡Ya libérate! ¡Tira ya ese costal que llevas en la espalda en el guardas el resentimiento, el rencor y la culpa. Deja ya de culpar a otros y a tu pasado por lo que no marcha bien en tu vida Cada día tienes la oportunidad de empezar otra vez.  Cada mañana, al abrir los ojos, naces de nuevo, recibes otra oportunidad para cambiar lo que no te gusta y para mejorar tu vida.  La responsabilidad es toda tuya.   Tu felicidad no depende de tus padres, de tu pareja, de tus amigos, de tu pasado, depende solo de ti.

¿Qué es lo que te tiene paralizado?   ¿El miedo al rechazo? ¿Al éxito? ¿Al fracaso?, ¿Al que dirán? ¿A la crítica? ¿A cometer errores? ¿A estar solo?  ¡Rompe ya las cadenas que tu mismo te has impuesto!

A lo único que le debes tener miedo es a no ser tú mismo, a dejar pasar tu vida sin hacer lo que quieres, a desaprovechar esta oportunidad de mostrarte a otros, de decir lo que piensas, de compartir lo que tienes.

Tú eres parte de la vida y como todos, puedes caminar con la frente en alto.  Los errores del pasado ya han sido olvidados y los errores del futuro serán perdonados.  Date cuenta de que nadie lleva un registro de tus faltas, solo tú mismo.   Ese juez que te reprocha, ese verdugo que te castiga, ese mal amigo que siempre te critica, ¡eres tú mismo!

Ya déjate en paz, ya perdónate, sólo tú puedes lograrlo ¿Cuándo vas a demostrar tu amor a tus seres queridos?, ¿Cuándo te queden unos minutos de vida?, ¿Cuándo les queden a ellos unos minutos de vida?   El amor que no demuestres hoy, se perderá para siempre.   Recuerda que la vida es tan corta y tan frágil que no tenemos tiempo que perder en rencores y estúpidas discusiones.   Hoy es el día de perdonar las ofensas del pasado y de arreglar las viejas rencillas.

domingo, 30 de enero de 2011

Lectio Divina domingo 30 de enero 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Sofonías 2,3;3,12-13; Salmo 145; 1Cor 1,26-31 Mt 5,1-12ª

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA


1. Hagamos la LECTURA Del Evangelio según
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acerca-ron. 2 Y, tomando la palabra, les enseñaba diciendo: 3 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 4 Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. 5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. 11 Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. 12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
En el Evangelio de Mateo, Jesús aparece como el nuevo legislador, el nuevo Moisés. Siendo Hijo, conoce al Padre. Sabe lo que el Padre tenía en su mente cuando, en el pasado, dio la ley al pueblo por medio de Moisés. Es por esto por lo que Jesús puede ofrecer una nueva versión de la Ley de Dios. El solemne anuncio de esta Nueva Ley comienza aquí, en el Sermón de la Montaña. En el Antiguo Testamento la Ley de Moisés está representada en cinco libros: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Imitando al viejo modelo, Mateo presenta la Nueva ley en cinco grandes Discursos repartidos en el evangelio: el Discurso de la Montaña (Mt 5 a 7), el Discurso de la Misión (Mt 10), el Discurso del Misterio del Reino presente en la vida (Mt 13), el Discurso de la Comunidad (Mt 18), el Discurso del futuro del Reino (Mt 24 y 25). Pero para Mateo, no basta sólo el estudio de la Ley. Es necesario observar bien la práctica de Jesús, porque en ella obra el Espíritu de Dios, que anima desde dentro la letra de la Ley. La descripción de la práctica de Jesús ocupa las partes narrativas intercaladas entre los cinco Discursos y tiene la finalidad de mostrar cómo Jesús observaba la ley y la encarnaba en su vida.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Mateo 5,1:. En el Antiguo Testamento, Moisés subió al Monte Sinaí para recibir la Ley de Dios. También Jesús, nuevo Moisés, sube a la montaña y mirando a la gente que le seguía, proclama la Nueva Ley. Hasta este momento, sólo eran cuatro los discípulos de Jesús (Mt 4,18_22). Pero de hecho lo seguía un inmenso gentío. Rodeado de discípulos, Jesús comienza a enseñarles, proclamando las bienaventuranzas.
Mateo 5,3-10: Las bienaventuranzas constituyen la solemne apertura del Sermón de la Montaña. En ellas Jesús define quién puede entrar en el Reino. Son ocho categorías de personas. Ocho puertas de entrada. ¡No hay otra puerta para entrar en el Reino, en la Comunidad! Los que desean formar parte del Reino deberán identificarse con una de estas categorías o grupos.
Bienaventurados los pobres de espíritu. No es ni el rico, ni el pobre con mentalidad de rico. Sino el que, como Jesús, vive pobre (Mt 8,18), cree en el pobre (Mt 11,25-26) y ve en ellos a los primeros destinatarios de la Buena Noticia (Lc 4,18). Es el pobre que tiene el Espíritu del Señor.
Bienaventurados los pacíficos. No es la persona pasiva que pierde las ganas y no reacciona por nada. Sino que son aquéllos que están “pacificados” y ahora, como María, viven en la “humillación” (Lc 1,48). Perdieron la tierra que poseían, pero la recobrarán (Si 37,7.10.11.22.29.34). Como Jesús, intentan ser “mansos y humildes de corazón” (Mt 11,19).
Bienaventurados los tristes. No se trata de cualquier tristeza, sino de la tristeza ante las injusticias y las faltas de humanidad que suceden en el mundo (Tb 13,16; Sir 119,136; Ez 9,4; 2Pe 2,7). Están tristes porque no aceptan la situación en la que se encuentra la humanidad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia. No se trata sólo de la justicia que se busca en los tribunales y que muchas veces es la legislación de la injusticia. Sino sobre todo es la Justicia de Dios que se busca, haciendo de modo que las cosas y las personas puedan ocupar el lugar que deben ocupar en el plan del Creador.
Bienaventurados los que son misericordiosos. No es la filantropía que distribuye limosnas, sino que se trata de imitar a Dios, la que tiene entrañas de misericordia por aquéllos que sufren (Ex 34,6-7). Misericordia quiere decir tener el corazón en la miseria de los otros para disminuir su dolor. Quiere decir obrar de modo que no nos sea ajeno el sufrimiento de los demás.
Bienaventurados los puros de corazón. No se trata de la pureza legal que sólo mira lo externo, sino que se trata de tener la mirada purificada para asimilar la Ley de Dios en el corazón, que se hace transparente, y permite a las personas reconocer la llamada de Dios en los hechos de la vida y de la naturaleza.
Bienaventurados los constructores de paz. No es sólo la ausencia de guerra. La Paz que Dios quiere sobre la tierra es la reconstrucción total y radical de la vida, de la naturaleza, de la convivencia. Es el Shalôm, la Paz anunciada por los profetas y dejada por Jesús a sus apóstoles (Jn 20,21).
Bienaventurados los perseguidos a causa de la justicia. En el mundo construido y organizado a partir del egoísmo de personas y grupos (como el sistema neoliberal que hoy domina al mundo), aquél que desea vivir el amor desinteresado, será perseguido y morirá en la cruz.


3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Para ayudarnos en la meditación y en la oración.
1)                  ¿Qué parte del texto te ha llamado más la atención? ¿Por qué?
2)                  ¿Dónde, cuándo y por qué pronuncia Jesús este discurso?
3)                  ¿Cuáles son los grupos de personas a los que Jesús declara felices?
4)                  ¿Cuál es la promesa para cada grupo?
5)                  ¿Existen hoy estos grupos de los que habla Jesús?
6)                  ¿Cómo entender que una persona pueda ser pobre y feliz al mismo tiempo?
7)                  Trata de recordar dos momentos en los que te has sentido feliz en tu vida. Tu visión de la felicidad ¿es la misma que la de Jesús?
8)                  ¿Qué clase de felicidad busca hoy la gente?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: En el mundo construido y organizado a partir del egoísmo de personas y grupos (como el sistema neoliberal que hoy domina al mundo), aquél que desea vivir el amor desinteresado, será perseguido y morirá en la cruz.
El evangelio dice exactamente lo contrario de lo que afirma la sociedad en la que vivimos. En la sociedad el pobre es considerado un infeliz, y es feliz quien posee dinero y puede gastar a su antojo. En nuestra sociedad es feliz quien tiene fama y poder. Los infelices son los pobres, aquéllos que lloran. En televisión, las telenovelas divulgan el mito de las personas felices y realizadas. Y sin darse cuenta, las telenovelas se convierten en padrones de vida para muchos de nosotros. Estas palabras de Jesús todavía tienen sentido en nuestra sociedad: “¡Bienaventurados los pobres! ¡Bienaventurados los que lloran!”. Y para mí, que soy cristiano o cristiana, ¿quién de hecho es feliz?

viernes, 28 de enero de 2011

Lectio Divina viernes 28 de enero 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Hebreos 10,32-39; Salmo 36; Marcos 4, 26-34

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA



Jesús dijo a la gente: -«El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.» Dijo también: -«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.» Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD. Lo que la palabra nos presenta hoy es totalmente diferente a lo experimentamos hoy en día: todo lo queremos ya y la impaciencia es nuestra compañera. Por eso decimos que esta parábola es desestresante. En el alma de cada cristiano, Jesús ha sembrado la gracia, la santidad, la Verdad... Hemos de hacer crecer esta semilla para que fructifique en multitud de buenas obras: de servicio y caridad, de amabilidad y generosidad, de sacrificio para cumplir bien nuestro deber de cada instante y para hacer felices a los que nos rodean, de oración constante, de perdón y comprensión, de esfuerzo por conseguir crecer en virtudes, de alegría...
Así, este Reino de Dios —que comienza dentro de cada uno— se extenderá a nuestra familia, a nuestro pueblo, a nuestra sociedad, a nuestro mundo. Porque quien vive así, «¿qué hace sino preparar el camino del Señor (...), a fin de que penetre en él la fuerza de la gracia, que le ilumine la luz de la verdad, que haga rectos los caminos que conducen a Dios? (San Gregorio Magno).

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
 El evangelio de hoy nos presenta dos bellísimas parábolas relacionadas con la vida que crece desde dentro y, como dice una de ellas, sin que ni siquiera nos demos cuenta: la del grano que crece por sí sola, que por cierto es de lo más desestresante... y la del grano de mostaza... que nos hace ver el sorprendente y grandioso final de la acción de Dios, pero que al mismo tiempo nos habla sobre el valor decisivo del momento presente, por insignificante que parezca. Con estas dos breves parábolas, tomadas del mundo agrícola, Jesús ilustra el proceso de crecimiento del Reino de Dios en el mundo.


b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Hace un par de días la parábola del sembrador inalterable nos hablaba de la esperanza inquebrantable de Jesús en el triunfo final del plan de Dios; habrá dificultades y obstáculos, pero la cosecha definitiva supera todas las expectativas y cálculos humanos. Hoy, la consideración de cómo la semilla se va desarrollando sin llamar la atención nos remite al mismo pensamiento: lo que aparentemente comenzó por un mero pudrirse en la tierra termina siendo una dorada espiga doblada por el peso de su grano abundante. Pero ello ha requerido un tiempo, han tenido que pasar los meses del gélido invierno; no sucedió de la noche a la mañana. Por eso al labrador le parecía que allí no se daba ningún desarrollo, que nada se podía esperar. Sólo la cosecha final le llenó de admiración.
Esta llamada a la admiración se nos hace nuevamente hoy, al contemplar la grandiosidad que puede encerrarse en las cosas pequeñas: una semilla minúscula o unos gramos de levadura son algo que apenas admite ser medido, y sin embargo allí se aloja una magnitud insospechada, un hermoso pan henchido, un arbusto capaz de cobijar pájaros.
Tal vez estas parábolas sean explicación de mucho del ministerio de Jesús; quizá más de una vez los seguidores le llamaron iluso, haciéndole notar que eran pocos y mal avenidos y que los signos realizados por el Maestro alcanzaban a personas aisladas y pasaban inadvertidos a las mayorías menesterosas del pueblo.
En una cultura totalmente religiosa y de escasos conocimientos botánicos, estas parábolas orientaban la atención hacia algo que era considerado misterioso y que remitía al inconmensurable poder de Dios. De ellas se sirve Jesús para ilustrar su enseñanza sobre lo misterioso del Reino que él proclama: “a ustedes se les ha dado a conocer el misterio del Reino de Dios…”.
Nosotros hoy podemos tener la misma falta de fe, o la misma sobra de escepticismo, que pudieron tener entonces los seguidores de Jesús. Él nos invita a mirar en profundidad y a saber valorar lo pequeño, el inmenso cúmulo de detalles minúsculos que a diario embellecen y ennoblecen nuestra vida por obra de quienes nos rodean, o con los que nosotros embellecemos la de otros. No perdamos de vista la fecundidad de la fe que los engendra y alimenta.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-El "Reino de Dios" es como un hombre que arroja la semilla en la tierra.
Contemplo a Jesús sembrando. Es un gesto absolutamente natural, apasionante, misterioso. Un gesto de esperanza y de aventura. ¿Crecerá? ¿Habrá buena cosecha, o no habrá nada? ¿Habrá inundaciones en invierno y destruirá las tiernas plantas? o bien, ¿quemará el sol lo que estoy sembrando? No lo sé. Pero lo que sí sé es que hay que sembrar y arriesgarse.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios, siempre paciente y bondadoso: Calma nuestra impaciencia  cuando tratemos de imponer tu verdad,  tu justicia y tu paz a un mundo, e incluso a una Iglesia, que aún no están dispuestos a acogerlas. Que en nuestro desaliento e impotencia  logremos aceptar que todo crecimiento verdadero viene de ti. Nosotros sólo podemos plantar la semilla: hazla tú brotar y florecer hasta hacerse un árbol frondoso que cobije a muchos en sus ramas. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: La paciencia y un sentido de humilde modestia son necesarios en el trabajo de Dios. Él siembra, él planta, y él da crecimiento. Él también cosechará. Pero él espera, de todos modos, que nosotros colaboremos con él, bajo su amparo y bendición: “Semilla Nueva”
Guíanos, Señor, en la tarea que nos has encomendado de cambiar corazones y estructuras, día a día, para que nuestro mundo sea cada vez un poco más semilla y primicia de tu Reino, pues si Tú no lo haces confundiremos, de nuevo,  tu querer con nuestros mezquinos proyectos. Planta, Señor, semilla nueva dentro de nosotros.  Áranos, riéganos, cuídanos como Tú sabes. Afina nuestra sensibilidad y haznos permeables para que tu agua, tu brisa y tus caricias hagan de nosotros un campo fértil donde florezcan la paz, la justicia y la solidaridad.

jueves, 27 de enero de 2011

Lectio Divina jueves 27de enero 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Hebreos 10,19-25; Salmo 23; Marcos 4, 21-25

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA



Jesús dijo a la muchedumbre: -« ¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.» Les dijo también: -«Atención a lo que están oyendo: la medida que usen la usarán con ustedes, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD. En nuestro mundo dominado por la codicia de unos pocos, que no se cansan de acumular y derrochar riquezas, las parábolas de Jesús son una seria advertencia. Nosotros los cristianos hemos de iluminar sus tinieblas de explotación y de egoísmo con la luz de la generosidad evangélica; debemos descubrir y denunciar el terrible egoísmo, la monstruosa injusticia de esta civilización fundada sobre el egoísmo y la barbarie del mercado global, debemos alzar muy alto la luz de la palabra del Señor, anunciándola y viviéndola con audacia y alegría.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Después de la parábola del sembrador, y su explicación al grupito de los íntimos, escucharemos otras parábolas. Ahora sabemos muy bien que no se trata de historietas infantiles sino que por el contrario, son "palabras misteriosas" que solo se dejan penetrar por los que tienen un corazón verdaderamente disponible. Señor, abre nuestros corazones a tu misterio. La luz es el símbolo más apropiado para hablar de la finalidad del anuncio de la Buena Nueva y de lo que debe ser la comunidad cristiana en el mundo. La Buena Nueva es como una lámpara que se debe poner en un lugar apropiado para que toda la “casa” (la creación, la comunidad) quede iluminada, pueda ver con claridad el misterio de Dios revelado en Jesús y pueda percibir suficientemente los peligros, las ausencias de luz.


b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Ayer se nos decía que los seguidores de Jesús somos privilegiados, ya que a nosotros se nos desvela el misterio del Reino de Dios, de aquello que a quienes “están fuera” les resulta un puro enigma.
Pero, como sucede siempre en la vida evangélica, el don se convierte en tarea, o implica tarea; los discípulos de Jesús hemos sido iluminados (¡en el sentido sano del concepto!) y no podemos guardarnos para nosotros lo recibido. La luz no se destina a quedar escondida debajo de un cubo o de una cama; se la coloca en un lugar elevado, desde donde ilumine. Quienes hemos tenido la suerte de vislumbrar por dónde va el proyecto del Padre, no podemos ya permanecer callados: lo nuestro es ser pregoneros.
Esta llamada causa respeto en la actualidad. Conocemos el ridículo a que con frecuencia se somete al creyente en la sociedad secularizada, y los medios de comunicación nos tienen al tanto de la persecución de cristianos en Iraq, Egipto y tantos otros lugares. Pero esto no es nuevo. El evangelio de Marcos muy probablemente se escribió para una comunidad que también era perseguida y rechazada; y ni siquiera en esa situación se le permitió adoptar la táctica del silencio o del disimulo, sino que se sintió llamada a proclamar la propia fe en medio de riesgos… Eso sí, el evangelista habla constantemente de un Jesús que, a través de la ignominia, camina hacia la gloria.
A esta exhortación al testimonio valiente se añaden un par de refranes. Dios responderá con creces a lo que nosotros hagamos por la causa de Dios, con una medida remecida, rebosante. Pero quien no se preocupe por regalar a otros la luz que a él le fue dada (el conocimiento del misterio del Reino) acabará privado él mismo de ese gran tesoro: “lo que tiene se le quitará”.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
No. No es suficiente tener oídos.  Para esto, aunque suene a redundancia, es necesario tener “oídos para oír”, es decir querer oír, porque uno muchas veces puede hacerse el que no oye. Es necesario estar abiertos a que la Palabra haga un proceso en nosotros. Pero debe ser la Palabra. Es por esto que a continuación Jesús dice: “Atiendan a lo que escuchan”. Hay muchas cosas, muchas palabras para escuchar. De muchas partes nos llegan mensajes, propuestas, ideas. A nosotros nos toca seleccionar aquello que más nos ayude a hacer que la vida y obra de Jesús produzca mucho fruto.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor, danos ánimo para que no seamos tímidos anunciadores de tu Palabra, para que nuestras preocupaciones no hagan sombra a la luz,  para que nuestra pereza no nos lleve a mantener escondido el anuncio de salvación que nos has confiado. Que seamos confiados, porque poner en ti nuestra esperanza nos libera del ansia de hacerlo todo y de la angustia de no estar a la altura. Señor, que reconozcamos la grandeza de tu Nombre sin enorgullecernos por las bendiciones que nos has concedido. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: “Atención a lo que están oyendo” nos dice hoy Jesús…Aprendamos de esta anécdota. “La rana”

Érase una vez una carrera de ranitas… El objetivo era alcanzar lo alto  de una gran torre... Había en el lugar una gran multitud de espectadores... Mucha gente para apoyar y  gritar por ellas...

Comenzó la competencia... Pero como los espectadores no creían  que las ranitas pudieran alcanzar lo alto de aquella torre, lo que más se  oía era: "¡¡Que pena!! esas ranitas no lo van a lograr...no van a poder..." Y las ranitas comenzaron a desistir.

Pero había una que persistía y continuaba  la subida  en busca del logro... La multitud continuaba gritando: "... ¡¡que pena!!    ¡ustedes no lo van a conseguir!...  ...¡no van a poder!..." Y las ranitas estaban exactamente desistiendo, una por una... ...menos aquella ranita que continuaba tranquila... cada vez más segura.

Ya al final de la competencia, todos desistieron, menos ella... La curiosidad se apoderó de todos. Querían saber lo que había ocurrido... Y cuando fueron  a preguntarle a la ranita cómo lo había  conseguido, cómo logró hacer la prueba..., fue donde descubrieron... ¡que era sorda!

No permitas que personas con el  mal hábito de ser negativas, derrumben tus mejores y más sabias esperanzas de tu corazón. Recuerda siempre: “Hay poder en nuestras palabras y en todo lo que pensamos”. Por tanto, procura siempre ser  POSITIVO!

Sé "sordo" cuando alguien te dice  que tú no puedes realizar tus sueños... Piensa además que tu boca tiene el poder de la vida y de la muerte. Una palabra de aliento a alguien  

miércoles, 26 de enero de 2011

LECTIO DIVINA. IR DE DOS EN DOS ANUNCIANDO LA BUENA NUEVA.

Lectio Divina miércoles 26 de enero 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: 2Timoteo 1,1-8; Salmo 95; Lucas 10,1-9  -Fiesta de Timoteo y Tito

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

Después de esto, designó el Señor a otros setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todas las ciudades y sitios adonde él había de ir. Y les dijo: La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. En la casa en que entréis, decid primero: 'Paz a esta casa.' Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comed y bebed lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: 'El Reino de Dios está cerca de vosotros.'

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
En el tiempo de Jesús había otros movimientos que, como Jesús, procuraban vivir y convivir de forma nueva, por ejemplo, Juan Bautista, los fariseos y otros. Muchos de ellos formaban también comunidades de discípulos (Jn 1,35: “Al día siguiente, Juan estaba allí otra vez con dos de sus seguidores; Lc 11,1: “Una vez, Jesús estaba orando en un lugar; cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, lo mismo que Juan enseñó a sus discípulos”; Hec 19,3: “Pablo les preguntó: Pues ¿qué bautismo recibieron ustedes? Y ellos respondieron: El bautismo de Juan”) y tenías sus misioneros (Mt 23,15 “¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que recorren tierra y mar para ganar un adepto”). ¡Pero había una gran diferencia! Por ejemplo, los fariseos, cuando iban a misión, iban prevenidos. Pensaban que no podían confiar en la comida de la gente que no siempre era ritualmente “pura”. Por esto, llevaban bolsa y dinero para poder cuidar de su propia comida. Así, en vez de ayudar a superar las divisiones, estas observancias de la Ley de la pureza debilitaban aún más la vivencia de los valores comunitarios.


b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Trata de rescatar los valores comunitarios que se estaban extinguiendo, y procura renovar y reorganizar las comunidades para que fueran nuevamente una expresión de la Alianza, una muestra del Reino de Dios. Es lo que nos muestra hoy el evangelio que describe el envío de los 72 discípulos: reflexionemos EL ¿PARA QUÉ?

La Misión -Lucas 10,1: Jesús envía a los discípulos a los lugares a donde él mismo debe ir. El discípulo es el portavoz de Jesús. No es dueño de la Buena Nueva. El los envía de dos en dos. Esto favorece la ayuda mutua, pues la misión no es individual, sino que es comunitaria. Dos personas representan mejor que una la comunidad.

La corresponsabilidad -Lucas 10,2-3: La primera tarea es rezar para que Dios envíe a los obreros. Todo discípulo y discípula debe sentirse responsable de la misión. Por esto tiene que rezar al Padre para la continuidad de la misión. Jesús envía a sus discípulos como corderos en medio de lobos. La misión es tarea difícil y peligrosa. Pues el sistema en que vivían y en el que seguimos viviendo era y sigue siendo contrario a la reorganización del pueblo en comunidades vivas. La Misión para la cual Jesús envía a los 72 discípulos trata de rescatar cuatro valores comunitarios:

1)       Hospitalidad. (Lc 10,4-6): Al contrario de los otros misioneros, los discípulos y discípulas de Jesús no pueden llevarse nada, ni bolsa, ni sandalias. Sólo pueden y deben llevar la paz. Esto significa que deben confiar en la hospitalidad de la gente. Pues el discípulo que va sin nada, llevando apenas la paz, muestra que confía en la gente. Acredita que va a ser recibido, y la gente se siente respetada y confirmada. Por medio de esta práctica, el discípulo critica las leyes de exclusión y el antiguo valor de la hospitalidad. No saludar a nadie por el camino significa, probablemente, que no se debe perder tiempo con cosas que no pertenecen a la misión.
2)      El compartir. (Lc 10,7): Los discípulos no deben andar de casa en casa, sino permanecer en la misma casa. Esto es, deben convivir de forma estable, participar de la vida y del trabajo de la gente del lugar y vivir de lo que reciben en cambio, pues el obrero merece su salario. Esto significa que deben confiar en el compartir. Así, por medio de esta nueva práctica, ellos rescatan una antigua tradición de la gente, critican la cultura de acumulación que marcaba la política del Imperio Romano, y anunciaban un nuevo modelo de convivencia.
3)      La comunión de mesa. (Lc 10.8) Los discípulos deben comer lo que la gente les ofrece. No pueden vivir separados, comiendo su propia comida. Esto significa que deben aceptar la comunión de mesa. En el contacto con la gente no pueden tener miedo a perder la pureza legal. Actuando así, critican las leyes de la pureza que estaban en vigor y anunciaban un nuevo acceso a la pureza, a la intimidad con Dios.
4)      La Acogida a los excluidos. (Lc 10,9a) Los discípulos deben ocuparse de los enfermos, curar a los leprosos y expulsar los demonios (Mt 10,8). Esto significa que deben acoger dentro de la comunidad a los que de ella fueron excluidos. Esta práctica solidaria critica la sociedad que excluye y apunta hacia saldas concretas.

 Si todas estas exigencias son respetadas, los discípulos pueden y deben gritar a los cuatro vientos: ¡El Reino ha llegado! (Lc 10,9b): Pues el Reino no es una doctrina, ni un derecho canónico, ni un catecismo, sino que es una nueva manera de vivir y convivir a partir de la Buena Nueva que Jesús nos trae: Dios es Padre y por esto todos somos hermanos y hermanas. Educar para el Reino no es en primer lugar enseñar verdades y doctrinas, sino que es una nueva manera de vivir y de convivir, una nueva forma de actuar y de pensar.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
1)      ¿Por qué todas estas actitudes recomendadas por Jesús son señal de la llegada del Reino de Dios?
2)      ¿Cómo realizar hoy aquello que Jesús pide: “No llevar bolsa”, “no ir de casa en casa”, “no saludar a nadie por el camino”, anunciar el Reino?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Concédenos, Señor, la gracia de conocer y practicar siempre el bien, y pues sin ti no podemos ni siquiera existir, haz que vivamos siempre según tu voluntad. Por nuestro Señor

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación:La Actividad Misionera es una actividad eclesial y comunitaria, no individual. Un misionero no es un "francotirador" que se lanza solo por el mundo a predicar la Buena Nueva.  “Viva el Evangelio”

Por lo tanto: Lo primero que tienes que hacer, si tienes formación, si deseas dar a conocer a Cristo es buscar una comunidad, una familia, o hacerte un grupo, una pequeña Comunidad Eclesial de  Base, donde puedas ir desarrollando todo tus conocimientos aprendidos y tu pregón personal a través del Kerigma. O integrarte humildemente en tu comunidad, en tu parroquia, o a alguna experiencia del Kerigma que sepas que se está llevando a cabo y así ir aprendiendo cómo se realiza la evangelización, el cómo se crece en la Palabra y el cómo se lleva la "actividad Misionera". Así irás adquiriendo los elementos para ser un buen misionero y si tienes ya bases, podrá ir al mundo a: “Compartir la experiencia, la felicidad y plenitud de Vida que brota del encuentro con Jesús”

Lectio Divina miércoles 26 de enero 2011, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Hebreos 10,11-18; Salmo 109; Marcos 4, 1-20

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA



Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla. Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: -«Escuchen: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.» Y añadió: -«El que tenga oídos para oír, que oiga.»  Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas. Él les dijo: -«A ustedes se les ha comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen."» Y añadió: -«¿No entienden esta parábola? ¿Pues, cómo van a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD. Cómo nos cuesta hoy aceptar nuestros fracasos. Por eso nos desanimamos y dejamos las cosas a medio palo. Muchas veces, veo y oigo la frase: “Aquí no se está haciendo nada”. “Aquí es difícil trabajar”. “Aquí lo mejor es darle campo a otros”. Veamos la enseñanza del Maestro. Jesús es honesto y valiente y confiesa su fracaso, pero no renuncia: gran parte de su esfuerzo se está perdiendo. El Reino no tiene medidas humanas de eficacia. Hay que sembrarlo en todos los terrenos. Es una gracia universal y Dios Padre no quiere excluir de ella a nadie. Por eso no hay examen de campo, para establecer dónde debe sembrarse. Jesús es fiel a esta lógica y siembra los contenidos del Reino por donde camina. Su conexión con el Padre Celestial o sea la oración, le enseña que el cambio verdadero comienza poco a poco, desde el fondo, aunque sea sólo con un puñado de personas, o aunque sean éstas las más débiles ante los ojos del poder humano. La lógica de Dios, de Jesús y del Reino sigue parámetros distintos y hasta en muchos casos contrarios a la lógica del poder. Entonces quien dijo miedo a anotarse a formarse y capacitarse para ser discípulo y misionero, para esta gran Misión Continental Arquidiocesana y Parroquial.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
En un escenario magnífico, con la barca como cátedra, Jesús comienza a narrar un hecho cotidiano, pero con la intención de comunicar a través de él algo espiritual y misterioso: la llegada del Reino o soberanía de Dios, que se hace presente ya con sus palabras y sus milagros. En su fase inicial este Reino de Dios choca todavía con numerosas dificultades, pero el éxito final es seguro. El Reino de Dios viene de modo irreversible y alguna vez aparecerá en todo su esplendor; por eso no importa el fracaso momentáneo, reflejado en el aparente derroche de la semilla.

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Jesús parece hablar del sembrador que no se altera y que no sucumbe al desaliento; cuando un sembrado no ha resultado, realiza otro en condiciones algo diferentes, y así hasta lograr una cosecha superabundante, insospechada. Recordemos que cuando una inundación, cuando llueve mucho, o hay alguna plaga, el agricultor pierde la cosecha, peros sigue sembrando. Jesús anuncia que Dios se dispone a crear un mundo según su proyecto, a establecer su Reino, y quizá los discípulos sonríen irónicamente: “¡Qué ingenuo es! ¿No se da cuenta de que…?” Pero Jesús no se echa atrás; sabe que el “sí” de Dios es más fuerte que cualquier “no” de los hombres. Nadie puede sacar a Jesús de su confianza sin límites en el poder y la bondad del Padre.

Eso sí, él sabe que su mensaje no se capta con la simple audición; son indispensables unos mínimos de sintonía con él. Con una cita de Isaías 6, 9-10 (“por más que miren, no ven, y, por más que oyen, no entienden; a no ser que se conviertan y Dios los perdone”) afirma Jesús que “a los de fuera”, a quienes no se enrolan en su seguimiento, todo “les resulta un enigma”; pero a quienes han optado por él las parábolas les manifiestan el misterio del Reino de Dios. El romance medieval del conde Arnaldos concluía con aquella conocida advertencia: “Respondiole el marinero, / tal respuesta le fue a dar /: yo no digo esa canción / sino a quien conmigo va”. Sólo quien ha optado por Jesús dispone de las claves para entender sus acciones y palabras. En cambio, “los de fuera…..”.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
El evangelista Marcos pone en boca de Jesús una explicación de la parábola del sembrador para que sus discípulos reflexionen sobre su identidad. ¿Qué clase de terreno representan? ¿Con cuál se identifican? Son interrogantes que todos nosotros debemos respondernos, tratando de ablandar el camino de nuestra insensibilidad, de arrojar lejos las piedras de nuestra aridez y de arrancar las malezas de nuestros caprichos sofocantes.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Perdona, Señor, nuestra superficialidad: somos, con frecuencia, el terreno pedregoso en el que tu Palabra no puede echar raíces. Perdona, Señor, nuestra inconstancia, que seca enseguida en nuestro corazón el entusiasmo suscitado por tu Palabra. Perdona, Señor, nuestra fragilidad: las preocupaciones cotidianas nos distraen y corremos detrás de muchas cosas superfluas. Perdona, Señor, nuestra presunción: creemos poder predisponerlo todo y hacerlo todo con nuestras fuerzas. Ayúdanos a confiarnos con la seguridad del niño a tu guía: sólo tú puedes hacer estable nuestra fe para siempre.  Convierte nuestro corazón y mantennos cerca de ti  hasta el momento en el que, nos lleves de la mano a “descansar con nuestros antepasados”.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: La Palabra de Dios ha de caer sobre veredas y caminos, entre piedras y abrojos, sobre la tierra buena y la mala. A nadie debe ser negado el don de la semilla, el pequeño granito que puede llegar a ser una espiga bien llena. La semilla crecerá en la tierra mejor dispuesta y dará una copiosa cosecha. “Semillas del Reino”

Son semillas del Reino plantadas en la historia. Son buenas y tiernas, llenas de vida.
Las tengo en mi mano, las acuno y quiero, y por eso las lanzo al mundo: ¡Riéguense! No tengan miedo a tormentas ni sequías, a pisadas ni espinos. Beban de los pobres y empápense de mi rocío.

Fecunden, revienten, no se queden enterradas. Florezcan y den fruto. Déjense mecer por el viento.

Que todo viajero que ande por sendas y caminos, buscando o perdido, al verlas,  sienta un vuelco y pueda amarlas. ¡Son semillas de mi Reino! ¡Somos semillas de tu Reino!