viernes, 31 de diciembre de 2010

Mensaje del Padre Walter Marchena


Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2011... 
Empezamos una década nueva en la que esperamos que se cumplan todos nuestros mejores deseos...
Desde la PARROQUIA DE SANTA MARTA EN LA Y GRIEGA-SAN JOSÉ COSTA RICA, quiero enviar mis mejores deseos para estas fiestas a todos los alejados, lejanos,  simpatizantes y discípulos misioneros de la Iglesia, así como a todos los visitantes de nuestro sitio web.
Deseo que en esta fiestas de navidad renazca la esperanza y el amor y que sea de mucha prosperidad y felicidad, que todas las familias del mundo disfruten de la navidad, y que la alegría de las fiestas se repitan todo el año en el regocijo de nuestras familias, que el Señor ilumine desde la parte más alta aquellas familias pobres y en cualquier situación que se encuentren que sea tu Señor quien mires por ellos.
Deseo que la mayor alegría que les haya pasado en este 2010 sea la menor de las alegrías del 2011 y que pasen estas fechas en la compañía de sus seres más queridos.
Que la crisis se vaya, para nunca más volver. Que todo el año que viene por estas fechas, estemos mejor que este año y seamos más felices.
Lectio Divina viernes 31 de diciembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: 1 Juan 2, 18-21; Salmo 95; Juan 1,1-18

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

TESTIGO DE LA LUZ



Primera carta del apóstol san Juan 2, 18-21
Hijos míos, es el momento final. Han oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a ustedes, están ungidos por el Santo, y todos ustedes lo conocen. Les he escrito, no porque desconozcan la verdad, sino porque la conocen, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Del Evangelio según san Juan 1, 1-18
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: - «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo' "» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD. Hoy celebramos que la Palabra se hace carne. En un mundo donde se dicen tantas cosas, y tan pocas con sentido, donde tantas palabras chocan contra paredes, porque es lo mismo si no se hubieran pronunciado, en este mundo, se pronuncia una palabra con sentido, palabra que no es hueca, palabra que se hace carne, que es capaz de sufrir, amar, y vivir. La palabra de Dios, no es como las que oímos habitualmente: es una palabra fuerte, jugada, enamorada. La palabra de Dios, no es como aquellas palabras vacías y huecas, es una palabra que al pronunciarse dice, y al decir ama, y al amar crea, y al crear salva. Es palabra de Dios, y si alabamos al Señor es porque no nos deja indiferentes. Hoy, el pesebre nos habla, la fiesta nos habla, la familia nos habla, todo nos habla de Dios, de la vida, del amor. Nos habla, y debemos callar. Frente al Dios del silencio y la palabra, surge la respuesta de la alabanza y el amor. Hay palabras que matan, otras que siembran discordia, otras que se dicen porque sí. Pero hoy... es Dios quien toma la palabra y mete su Palabra como una cuña en nuestra historia. Palabra luminosa pronunciada para marcar nuestra vida.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Hoy la liturgia encaja muy bien con la celebración de la "Noche Vieja" o noche última del año. Mira primero al fin del tiempo futuro (1ª Lectura) y vuelve hacia atrás hacia el principio: A la Palabra (el Verbo) que creó todo y vino a vivir entre nosotros como Palabra viviente, Jesús, para iniciar un nuevo comienzo con nosotros. Y eso es la vida: el fin de todo lo pasado, y un nuevo comienzo que hay que renovar constantemente. El año que acaba ha sido una mezcla de alegrías y de miserias, compartidas juntos, que se han hecho más ligeras cuando las hemos llevado precisamente juntos.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
En el último día del año, terminando la octava de Navidad, se nos recuerda el prólogo de Juan, que condensa esa historia del Dios-con-nosotros que recordamos y actualizamos en estos días.

Terminar un año es tiempo de balances y de esperanzas.
Miramos atrás para ver lo que fue, desde la distancia que dan los días, en perspectiva. Y en esa mirada, podemos descubrir lo que realmente fue importante de lo que no dejó de ser intranscendente, por mucho que pareciera otra cosa. Y se puede abrir el corazón para dar gracias, profundamente, por todo lo recibido en esos días vividos. Quizá primero por conservar la vida, que no conviene dar por supuesta. Y por la fe. Y por las personas queridas. Y por las dificultades que nos pueden ayudar a crecer…

Miramos adelante para esperar lo que está por venir. Con una espera activa, que se predispone a hacer algo bueno con lo que se nos regale de ahora en adelante. ¿Qué será? ¿Cómo vendrá? ¿Qué podré hacer con esto… o con aquello…? Quizá hoy es un buen día para pedir, y para confiar.

Gracias, Señor, por este año que termina.
Gracias porque, en medio de la vida de cada día, Tú te has hecho presente… Dame tu mirada para agradecer todo lo recibido… Y sobre todo, gracias por ser Dios-con-nosotros,de quien recibimos “gracia tras gracia”.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Es bueno que terminemos lúcidamente el año. «Es la última hora», decía la carta de san Juan, y nos invitaba a vigilar para que no se mezcle el error y la mentira en nuestra fe, a saber discernir entre el Cristo y los anticristos, entre la mentira y la verdad. En fechas como el fin de año necesitamos sabiduría para que nuestra historia personal y comunitaria no se desvíe de ese Cristo que, además de Niño nacido en Belén, se nos presenta como la Palabra y la Verdad y la Vida.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Padre amoroso: Tú nos diste a tu Hijo Jesucristo y viste con agrado que él compartiera nuestra pobreza. Él nos otorgó gracia sobre gracia, ya que todo lo que viene de ti es un don gratuito. Acepta nuestra acción de gracias por los momentos en que aceptamos tus dones y los compartimos los unos con los otros. Acepta nuestra gratitud por las veces que escuchamos atentamente las palabras de tu Hijo y las pusimos en práctica.
Ayúdanos a caminar con esperanza y alegría y mutuo ánimo con él, compañero de camino que tú nos has dado en la vida, Jesucristo nuestro Señor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: En este último día del año y luego del regalo de la Palabra, no tenemos más que hacer esta: “Letanía de acción de gracias”
Gracias por mi familia, por todos los míos: mis padres, mis hermanos, mis abuelos… mi mujer, mi marido, mis hijos, mis nietos…
Gracias por mis amigos, mis vecinos, mis compañeros.
Gracias por mi cuerpo, mis ojos,  mis oídos, mis brazos, mis pies, mi inteligencia y mi capacidad de expresarme.
Gracias por mi casa, mi trabajo, mi comunidad, mi pueblo, mi ciudad, mi país…
Gracias por las cosas que uso: mis vestidos, mis zapatos, mi perfume, mi televisión, mi cama, mi reloj, mi auto…
Gracias por el sol, la luna y las estrellas, las cometas, las nubes, el aire, el viento, la luz, el frío, el calor…
Gracias por los caminos, sendas y autopistas, por los túneles, puentes y vías férreas, por los refugios, calles, plazas y jardines,  por los parques, los centros deportivos y piscinas, por los zoológicos y las áreas de recreo, por los bares, las salas de fiesta y los campings…
Gracias por los perros, gatos y golondrinas, los delfines, los buitres y las palomas, por las ardillas, los burros y caballos, por todos los animales salvajes y domésticos…
Gracias por el arte, los pintores, escultores y arquitectos, artesanos y publicistas, escritores, actores, cantantes, gente de circo, de la noche y de la fiesta…

Gracias por todos los que se ocupan de los demás. Gracias por todos los que llenan de interrogantes y respuestas nuevas mi vida tranquila; por los que tienen dolores, pasan hambre, sufren miserias y vejaciones, están desempleados, carecen de instrucción, sufren la injusticia, no tienen cariño de nadie, tienen que emigrar, malviven, y nadie defiende sus derechos…
Gracias porque me quieren, porque me quieres, porque te quiero, porque puedo conocer las necesidades de mis hermanos; porque no tengo grandes pretensiones; porque no quiero ser ni tener más que nadie, porque sé que estarás a mi lado siempre…
Gracias por conocer a tanta gente buena y acogedora, alegre, positiva, solidaria, humilde, sincera…
Gracias por los que me enseñan a vivir mejor, por los que me hacen caer en la cuenta de que hay cosas más importantes que yo…
Gracias por mis días tranquilos y alegres, por todo lo que he vivido, por este momento, por cada instante de consciencia y fe que me hace acercarme a ti. Gracias, Señor.


Lectio Divina jueves 30 de diciembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: 1 Juan 2,12-17; Salmo 95; Lucas 2,36-40

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA



Primera carta del apóstol san Juan 2, 12-17
Les escribo a ustedes, hijos míos, porque se les han perdonado sus pecados por su nombre. Les escribo a ustedes, padres, porque conocen al que es desde el principio. Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al Maligno. Les he escrito a ustedes, hijos míos, porque conocen al Padre. Les he escrito, padres, porque conocen al que es desde el principio. Les escribo a ustedes, los jóvenes, porque son fuertes, y la palabra de Dios permanece en ustedes, y han vencido al maligno. No amen al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo –las pasiones del hombre terreno, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero–, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Del Evangelio según san Lucas 2, 36-40
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
La carta de Juan elabora lo referente al mandamiento del amor. Con demasiada facilidad, como dice San Juan, perdemos nuestro corazón entregándolo al mundo; seguimos sus maneras mundanas de pensar y de obrar. Pidamos al Señor que nos perdone. Ana es una mujer excluida por ser mujer, por ser viuda y por ser anciana; y como Simeón había perseverado muchos años esperando al Salvador para conocerlo antes de morir. Ella sabe leer los signos de los tiempos descubriendo la acción de Dios en la historia, en la realidad cotidiana. Jesús es el Mesías esperado, el anhelado por muchos que están en condiciones de pobreza, para que surja un orden social. La palabra de Dios se ha hecho carne para satisfacer la esperanza de un pueblo oprimido por dimensiones políticas, económicas, culturales y religiosas. Con la profetisa y anciana Ana, expresemos nuestra gratitud al Señor nuestro Dios por nuestra liberación, y alabémosle de todo corazón. 

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
 “No amen al mundo ni lo que hay en el mundo.” No se trata del mundo en cuanto creación de Dios "...vio que todo era bueno". Tampoco se trata del mundo que los hombres van construyendo puesto que Dios encomendó la creación al dominio del hombre.

El mundo del que se exige una lejanía al cristiano es el símbolo de todo aquello que excluye a Dios. Siempre que una realidad humana se autoafirme absolutamente excluyendo a Dios y sus exigencias, entonces la palabra "mundo" se opone a "Reino de Dios". Porque lo que hay en el mundo -las pasiones del hombre terreno y la codicia de los ojos y la arrogancia del dinero- eso no procede del Padre, sino que procede del mundo:
-la apetencia de placeres para el cuerpo,
-la apetencia excesiva de bienes terrenos, sobre los cuales piensa el hombre edificar su vida dándole seguridad,
-y la arrogancia del dinero, es el corazón prisionero de las riquezas y cerrado para los hermanos: el desprecio práctico de Dios y de los hombres.

La anciana Ana es otro testimonio entrañable en el ámbito de la Navidad. Además de Esteban, Juan, los Inocentes, el anciano Simeón, los pastores, los magos, y sobre todo José y María, ahora es esta buena mujer, sencilla, de pueblo, que desde hace tantos años sirve en el Templo, y que ha sabido reconocer la presencia del Mesías y da gracias a Dios, y después habla del Niño a todos los que la quieren escuchar.

Ana no prorrumpe en cánticos tan acertados como los de Zacarías o Simeón. Ella habla del Niño y da gloria a Dios. Es «vidente» en el sentido de que tiene la vista de la fe, y ve las cosas desde los ojos de Dios. Es una mujer sencilla, viuda desde hace muchos años. Y nos da ejemplo de fidelidad y de amor.

En lo sencillo y lo cotidiano anda Dios. Como también sucedió en los años de la infancia y juventud de Jesús. El evangelio de hoy termina diciendo que su familia vuelve a Nazaret, y allí «el niño iba creciendo y robusteciéndose y se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios lo acompañaba». Los vecinos no notaban nada. Sólo José y María sabían del misterio. Pero Dios ya estaba entre nosotros y actuaba.

En el seno de una familia, cuánto bien pueden hacer los abuelos, los padres, los hermanos, comunicando actitudes de fe y fidelidad. Siempre que en nuestra vida hacemos opción por Cristo y renunciamos a los contravalores de este mundo, estamos ayudando a los que nos rodean a sentirse también ellos llamados a una mayor fidelidad a su fe. No hace falta que les dediquemos discursos: nos lo verán en nuestro estilo de vida.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-Ahora bien, el mundo con sus deseos desaparecerá; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
¡Todo lo solamente humano... pasa! es frágil, transitorio, efímero. Todo lo que tiene fin es corto. Sólo Dios permanece. Uniendo mi vida a la tuya. Señor, ligo mi destino a tu vida eterna.  ¿Estoy descubriendo la acción de Dios en los signos de los tiempos? ¿En qué rostros estoy reconociendo la llegada de Jesús? ¿Con qué hechos concretos le estoy recibiendo?, y ¿cuáles son mis compromisos reales?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios, Padre todopoderoso: Tú inspiras a gente humilde y fiel a reconocer a tu Hijo y a acogerlo como el Salvador que trajo libertad y vida a su pueblo. Que nosotros también reconozcamos y acojamos a Jesús en todo lo que es pequeño y humilde y, con él y como él,  crezcamos en sabiduría y gracia hasta la madurez que tú sueñas para tus hijos e hijas, de modo que alcancemos  la estatura plena de Jesús. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: La Palabra de hoy nos advierte sobre el mundo y sus pasiones y de la necesidad de crecer con Dios para tener sabiduría y crecer en gracia… Eso se logra empezando a hacer las cosas bien: Hoy”
Hoy me di un tiempo para pensar en la vida, en  MI VIDA. Decidí entonces que a partir del próximo amanecer voy a cambiar algunos detalles para ser cada  nuevo día un poquito más FELIZ.
Para comenzar, no voy a mirar para atrás. Lo que pasó, es pasado. Si erré, ahora no voy a poder corregirlo. Entonces ¿para qué remover lo que pasó?
Sí, reflexionar sobre esos errores para hacer de ellos un aprendizaje para “mi hoy”…
No todas las personas que amo retribuyen mis cariños como a mi me gustaría… ¿Y qué pasa…? Eso no lo deseo. Cambio yo…Cambio mi modo de verlas. Respeto su modo de ser.
¡¡¡Pero no pienses que voy a desistir de mis sueños!!! A partir del próximo amanecer voy a luchar para que ellos se cumplan, pero va a ser diferente.
No voy a volver a responsabilizar  a nadie por mi felicidad. ¡VOY A SER FELIZ…!!!
A partir del próximo amanecer voy a agradecer a Dios por todos los días, por darme fuerza para vivir, a pesar de mis problemas. Dejaré de sufrir por lo que no consigo tener, por lo que no oigo o no veo, o por el tiempo que no tengo. Tampoco sufriré más por anticipado, pensando siempre lo peor...
A partir del próximo amanecer, sólo voy a pensar en las cosas buenas que tengo.
Mis amigos y mi familia los voy a disfrutar para sonreír, cantar, para repartir felicidad.
Nunca más voy a sonreír sin ganas o decir palabras amorosas sólo porque creo que los demás quieren oírlas.
A partir del próximo amanecer voy a vivir mi vida SIN MIEDO A SER FELIZ y aprenderé a quererme cada día un poquito más.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Lectio Divina miércoles 29 de diciembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: 1Juan 2, 3-11; Salmo 95; Lucas 2,22-35

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

LA LUZ VINO AL MUNDO



De la primera carta del apóstol san Juan 2, 3-11
En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él. Queridos, no les escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tienen desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que han escuchado. Y, sin embargo, les escribo un mandamiento nuevo –lo cual es verdadero en él y en ustedes–, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.

Del Evangelio según san Lucas 2, 22-35
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: - «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD. «Quien ama a su hermano, permanece en la luz y no tropieza». Si no, todavía estamos en las tinieblas, y la Navidad habrá sido sólo unas hojas de calendario que pasan. Es un razonamiento que no necesita muchas explicaciones. Navidad es luz y es amor, por parte de Dios, y debe serlo también por parte nuestra. Claro que la conclusión lógica hubiera sido: «también nosotros debemos amar a Dios». Pero en la lógica de Jesús, que interpreta magistralmente Juan, la conclusión es: «debemos amarnos los unos a los otros». Habría bastante más luz en medio de las tinieblas de este mundo, si todos los cristianos escucháramos esta llamada y nos decidiéramos a celebrar la Navidad con más amor en nuestro pequeño o  grande círculo de relaciones personales.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Dios viene a su pueblo como de incógnito, como un niño llevado en los brazos de su madre. Simeón, el anciano en el templo, tomó a Jesús en sus brazos y reconoció a este niño como al Salvador esperado por los judíos en el Antiguo Testamento, pero, al mismo tiempo también, como la salvación para todos los pueblos y todos los hombres. En Jesús el viejo Israel puede desvanecerse en paz. Este niño iba a ser gloria de Israel, sí, pero también luz de todos y cada uno de los paganos. Viene a nosotros ahora no solamente a ser la luz para nosotros, los cristianos. Él no nos pertenece a nosotros en exclusiva, sino que es de y para todos los hombres sin excepción. San Juan  nos dice cómo reflejar la luz de Cristo: Todos los que aman a su prójimo están viviendo en la luz.


b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
La Palabra de hoy nos presenta lo que podríamos llamar un “personaje secundario” de los Evangelios, que sin embargo puede ser un icono de una vida lograda. Se trata del anciano Simeón.

Simeón era un “hombre justo y piadoso”. Desde ese dato podemos imaginar que, como tantos hombres y mujeres de aquél tiempo –y de todos los tiempos-, había vivido una vida más o menos sencilla, con sus luces y sombras, con sus certezas y dudas, en acogida de Dios y en servicio humilde hacia los demás. “Una buena persona”, “un hombre de Dios”, podrían comentar de él sus vecinos. Seguro que algunos simpatizaban más con él que otros, que ya se sabe que siempre pasa. Pero no tenía grandes enemigos declarados. Porque en su corazón había siempre un lugar para el perdón y la reconciliación. Quizá porque él también necesitó ser reconciliado y perdonado en más de una ocasión. Y era de los que, en medio de la confusión del mundo -en su época y en todas las épocas- no había perdido la esperanza. Y “aguardaba el consuelo de Israel”. Con una profunda confianza en el Dios en cuyas manos vivimos, nos movemos y existimos. Este es Simeón. Con toda su historia. “El Espíritu Santo moraba en él”.

Este es quien, en el relato de Lucas, toma al niño en brazos y bendice a Dios. Sus palabras son toda una muestra de confianza y de lucidez. Le dice a Dios que ya, cuando quiera, entiende que su vida ha llegado a su meta, porque se ha encontrado con el Dios-con-nosotros. Y a la vez que dice eso, anuncia ese futuro nuevo: ha llegado la “luz para alumbrar a las naciones”… y orienta a María con unas palabras que quieren fortalecerla para lo que pueda venir.

Simeón personifica la historia de Israel. Con todas sus historias, ahí está un pequeño resto manteniendo la confianza en el futuro nuevo que Dios les había prometido. 

Simeón personifica la historia de cualquier persona. En búsqueda, con posibilidad de acoger al Dios-con-nosotros y de anunciar la novedad de su Reino.

Necesitamos más ancianos como Simeón. También jóvenes y personas de mediana edad. Que desde la experiencia de una vida vivida en confianza, no busquen aferrarse a nada, sino transmitir esa confianza a los que vienen por detrás. Tú también puedes ser Simeón.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-Lo que les escribo no es un mandamiento nuevo... y sin embargo es «nuevo» en Jesús y en ustedes.
Quien declara estar en la luz, mientras odia a su hermano no ha salido de las tinieblas. Esa es la razón principal por la que se está "en la noche"... Es el principal obstáculos a la luz... es nuestra dificultad para encontrar a Dios... Todo ello viene sobre todo de nuestra falta de amor fraterno. Pretendemos encontrar a Dios, quisiéramos la "luz"... pero mantenemos en nosotros el odio y la falta de amor. Es lo más contrario a Dios, porque ¡Dios es amor! El que ama a su hermano permanece en la luz.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios, Padre de la luz: El anciano Simeón reconoció a tu Hijo como la luz que debería iluminar a todos. Danos a nosotros también la gracia de saber reconocer a Jesús, cuando venga a nosotros en forma humilde, en la persona y forma de niños, de ancianos o de pequeños y pobres. Que sepamos recibirle también como luz, no sólo sobre nuestras vidas personales, sino también como aurora luminosa para todas las naciones, pues tú eres el Padre de todos y Jesús nos pertenece a todos como nuestro Señor y Salvador, por los siglos de los siglos. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: La Palabra de hoy nos habla de amor, de luz y de hijos.  En lo que se refiere a los hijos hay mucha gente que se enreda con esto de las preferencias de padres hacia algunos hijos.  Esto crea resentimientos en toda la familia e incluso sufre el “hijo preferido”. “Hijo preferido”

Cierta vez preguntaron a una madre cuál era  su hijo preferido, aquel que ella mas amaba. Y ella, dejando entrever una sonrisa, respondió:
 
“Nada es más voluble que un corazón de madre. Y, como madre, le respondo: el hijo predilecto, aquel a quien me dedico de cuerpo y alma...
Es mi hijo enfermo, hasta que sane.
El que partió, hasta que vuelva.
El que está cansado, hasta que descanse.
El que está con hambre, hasta que se alimente.
El que está con sed, hasta que beba.
El que está estudiando, hasta que aprenda.
El que está desnudo, hasta que se vista.
El que no trabaja, hasta que se emplee.
El que  se enamora, hasta que se case.
El que se casa, hasta que conviva.
El que es padre, hasta que los críe.
El que prometió, hasta que cumpla.
El que debe, hasta que pague.
El que llora, hasta que calle.

Y ya con el semblante bien distante de aquella sonrisa, completó: El que ya me dejó...   hasta que lo reencuentre...”

martes, 28 de diciembre de 2010

Lectio Divina martes 28 de diciembre 2010, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: 1Juan 1,5-2,2; Salmo 123; Mateo 2,13-18

PARA REFLEXIONAR CON LA PALABRA

SANTOS NIÑOS INOCENTES



MARTES 28 DE DICIEMBRE DE 2010 De la primera carta del apóstol san Juan 1, 5—2, 2

Les anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Del Evangelio según san Mateo 2, 13-18
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: "Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo." José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: "Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto." Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: "Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven".


2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
A los tres días de la navidad, se celebra la fiesta de los “santos inocentes”, partiendo del relato de Mateo de la matanza de los niños por Herodes. La celebración de hoy nos sorprende y conmociona al verificar que el nacimiento de Cristo no supuso que todo era paz y alegría. La venida de Jesús fue el principio de una lucha-a-muerte entre los poderes del mal y el reino de la luz, una lucha que tendría su climax en la pasión y muerte del mismo Jesús. Herodes representa aquí las fuerzas del mal. Con frecuencia, incluso niños inocentes son víctimas de esta enemistad. La historia de los Santos Inocentes puede muy bien ser una ilustración teológica de Mateo sobre este formidable choque entre el bien y el mal, que comenzó con el nacimiento de Jesús. Con frecuencia los inocentes tienen que sufrir a causa de tanto mal en el mundo, causado desgraciadamente por seres humanos.

b. Es posible que tu navegador no permita visualizar esta imagen.¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Toda una escena en la que aparecen los “personajes principales” de este tiempo de Navidad: la luz y las tinieblas, la debilidad y la esperanza.
La luz molesta a las tinieblas. Porque son incompatibles. Por eso Herodes quiere hacerla desaparecer, y trama su plan. Y en esa lucha, recreada en tantas escenas de la Biblia y del cine contemporáneo, resplandece la fuerza de la debilidad: una pareja que se pone en camino con su hijo recién nacido, huyendo a la tierra donde sus antepasados habían sido esclavos para salvar su vida. Y en esa debilidad, surge la esperanza…
Jesús, desde su nacimiento, asume la historia de su pueblo, pasando por los mismos lugares por donde pasó y por sus mismos aprietos. Y al asumir esa historia, asume también nuestra historia de luces y tinieblas, de luchas y de esperanzas. Porque la historia del Pueblo de Dios narrada en la Palabra es también nuestra historia.
En la fiesta de hoy recordamos a todos los que en el mundo han vivido esta misma historia de persecución, de huída y de muerte inocente. En el pasado y en el presente… Víctimas concretas de las tinieblas que quieren dominar la historia: niños, mujeres, hombres, ancianos…
Frente a esa tiniebla, Dios no despliega sus ejércitos ni acaba con el mundo de manera drástica… sino que ofrece algo mejor: su Hijo, naciendo entre nosotros, es la fuerza en la debilidad, la luz que alienta toda esperanza y que ya se ha comenzado a transmitir… hasta los confines del mundo.
Ya hay mucho camino recorrido y aún queda mucho por hacer. Pero ya está puesto, en el corazón del mundo, la semilla de un mundo nuevo.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-El anuncio que le oímos a Jesús es éste: Dios es luz... No hay tiniebla alguna en El...
La «luz». Una imagen de Dios. Habitualmente, me aprovecho de la luz sin darme cuenta. Trato de considerar mejor lo que la luz es: contemplo una fuente de luz: una lámpara, el sol, mi ventana... Dejo que me deslumbre... luego cierro los ojos y me hundo en las tinieblas. Trato de imaginar lo que sería el mundo sin luz. Miro mi mano, por ejemplo. De noche, en la tiniebla, no la vería por muy cerca que estuviera de mis ojos. Sin luz, los ojos resultan inútiles. No sirven para nada. «Dios es luz» El pone de manifiesto todo lo restante. Sin El todo sería tiniebla... inexistente.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Los Santos Inocentes, mártires a los que hoy honramos, dieron testimonio de ti no proclamando tu nombre con palabras, sino entregando su vida por ti, aun sin ser conscientes de ello. Te rogamos en el día de su fiesta que sepamos nosotros dar testimonio consciente de ti, tanto por las palabras que decimos como por la forma como vivimos nuestra fe. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Hoy en lugar de hacer bromas dizque por El Día de los Inocentes, recemos por todas las víctimas inocentes que existen: “El padre nuestro”
Padre nuestro que estás en los cielos, en la tierra y en todo el universo. Santificado sea tu nombre, aun cuando el dolor y la desilusión hieran nuestro corazón. Bendito seas.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy para renovar nuestras fuerzas físicas, y también para nuestro espíritu.
Perdona nuestras ofensas, pero enséñanos antes a merecer Tu perdón,  perdonando a aquellos que causan nuestros dolores, oprimen nuestros corazones y destruyen nuestras ilusiones. Que podamos perdonarlos no con los labios, sino con el corazón. Aparta de nuestro camino todo sentimiento contrario a la caridad.
Que este Padre Nuestro  sea dadivoso con todos aquellos que sufren. Que una parte de este Padre Nuestro vaya hasta las cárceles donde algunos sufren merecidamente, pero otros por error judicial. Que vaya hasta los sanatorios iluminando las mentes perturbadas que allí se encuentran. Que vaya hasta los hospitales, donde muchos lloran y sufren sin el consuelo de una palabra amiga. Que vaya a todos aquellos que en este momento pasan las puertas de la vida terrenal a la vida espiritual, para que los guíes y le des Tu Perdón.
Que este Padre Nuestro vaya hasta los orfanatos donde pobres e infelices criaturas fueron abandonadas, dándoles apoyo y fe. Que vaya hasta el seno de la Tierra  donde el minero está expuesto al fuego, y que al final del día, regrese sano donde su familia. Que este Padre Nuestro vaya hasta los dirigentes de las naciones para que eviten la guerra y cultiven la paz.
Ten  piedad de los huérfanos y las viudas. De aquellos que no tienen un pedazo de pan. Ten compasión de los que andan por los aires. De los que luchan contra los vendavales en un mar bravío. Ten piedad de la mujer que da a luz una nueva vida.  Que la paz y la armonía esté siempre entre nosotros. Así sea.


Pensamiento:  Que todos los seres humanos, pero especialmente los niños, se vean libres de sufrimiento, malnutrición y maltrato, que no sean víctimas de padres poco cariñosos, que no los quieren y los abandonan, mientras ellos se separan el uno del otro; que todos los niños tengan padres cariñosos que les ayuden a crecer hacia una rica y madura adultez”

¡Venid a adorarlo!

Cristo ha nacido para nosotros,
¡Venid a adorarlo!

 Pienso en el acontecimiento-misterio de la Encarnación, con la cual la humanidad alcanzó el culmen de su vocación.
 Dios se hizo Hombre para hacer al ser humano partícipe de su propia divinidad.  ¡Éste es el anuncio de la salvación; éste es el mensaje de la Navidad!

La Iglesia lo proclama también, en esta noche, mediante mis palabras, para que lo oigan todos los habitantes de Santa Marta y del mundo entero:
 Christus natus est nobis - 
Cristo ha nacido para nosotros. 
Venite, adoremus! - ¡Venid a adorarlo
!