martes, 30 de noviembre de 2010

Lectio Divina martes 30 de noviembre  2010, Tiempo Ordinario, Ciclo – A- Lecturas: Romanos 10,9-18; Sal 18;  Mateo  4, 18-22

VENGAN Y SÍGANME…

Pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -«Vengan y síganme, y los haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
* “Caminaba a orillas del mar de Galilea”. Jesús ha salido apenas del desierto, después de cuarenta días de gran soledad y de lucha contra el diablo (cf. Mt 4, 1-11). Él ha salido victorioso; seguro del amor de su Padre y ha venido a Galilea; una tierra lejana y despreciada; una tierra fronteriza y de paganos; solo portando consigo mismo su gran luz y su salvación (cf. Mt 4, 12-16). Y aquí, Él ha iniciado a proclamar  su mensaje de alegría y de liberación: “¡El Reino de los Cielos está ahora cerca! (cf. Mt 4, 17). …
* El verbo “ver”, se repite dos veces, primeramente, al referirse a Andrés y a su hermano, después a Santiago y a Juan; este “ver” porta consigo mismo toda la fuerza y la intensidad de una mirada proveniente del corazón, de lo más íntimo.  Y es en esta manera, como el Señor nos ve: nos lee a profundidad.
* No es del nada raro que Mateo utilice muchas veces un vocabulario familiar para narrar este episodio acerca de la vocación y del encuentro con el Señor Jesús. Ya que también, encontramos cuatro veces la palabra hermano”, y dos veces la palabra padre”. Somos llevados a casa; a nuestro principio de vida; allá donde de igual forma nos redescubrimos que somos hijos y hermanos. Jesús entra dentro de esta realidad nuestra y lo hace en una manera más humana; más nuestra; más cotidiana; entra en la carne; en el corazón; en toda la vida y viene a rescatarnos para hacernos nacer de nuevo. 
* “Sígueme” y “ven”: son sus palabras sencillas y claras; Él nos pide situarnos en el camino; movernos de la misma forma que Él. ¡Es agradable sentirse despertar por esta voz suya! La cual es más fuerte y alcanzable; más dulce qué la voz de las aguas del mismo mar y del mundo, que a veces tienden a ser ruidosas y confusas.
* “dejaron las redes y lo siguieron”. Los dos hermanos, los dos primeros llamados, el de Pedro y el de Andrés, llegan a ser para nosotros un ejemplo clarísimo, valiente y convincente al inicio de este camino. Ellos nos enseñan las cosas que hay que hacer, los movimientos y la elección. “Dejar” y “seguir” llegan a ser los verbos claves y las palabras escritas en el corazón.
* “En seguida”. Por dos ocasiones, Mateo nos hace ver la prontitud de los discípulos en la acogida de la invitación del Señor, que pasa; al igual que en Su mirada y en su voz dirigida hacia ellos. Ellos no ponen obstáculos; no dudan; no tienen miedo; solo se fían ciegamente a Él; respondiendo en seguida y diciendo si, a aquel Amor.

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Hoy celebramos la memoria del apóstol Andrés; y junto con él celebramos el acto único que hace Dios, por medio de distintas personas y situaciones, de llamarnos por nuestros nombres para ser servidores idóneos del reino de Dios en distintos tiempos y lugares del mundo. Ello para ser constructores de una nueva sociedad en la que el Dios de la Vida y la Justicia reine. Jesús, de camino por el lago de Galilea, llama a los que serán sus discípulos, hombres y mujeres disponibles para seguir sus pasos, abiertos a la novedad del reino, dispuestos incluso a dar la vida por la causa de Jesús. Son personas comunes y corrientes que aceptan sin condiciones la invitación hecha por el Maestro, dejan atrás los miedos, los fracasos, las comodidades, e inician una nueva forma de vida inspirada y sostenida por la fe en aquél que proclama y realiza el reino de Dios: Jesús de Nazaret. Hoy, como creyentes, estamos llamados a continuar la obra iniciada por Jesús. Es la misión de toda la Iglesia ser testimonio vivo de ese llamado, ser discípulos/as oyentes y servidores, testigos fieles y apasionados de esa Palabra que se ha encarnado en nuestra historia, con el fin de trascendernos y hacernos libres.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
También a cada uno de nosotros —a todos los cristianos— Jesús nos pide cada día que pongamos a su servicio todo lo que somos y tenemos —esto significa dejarlo todo, no tener nada como propio— para que, viviendo con Él las tareas de nuestro trabajo profesional y de nuestra familia, seamos “pescadores de hombres”.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Honramos hoy a tu gran apóstol Andrés. Guiados por él, haz que te busquemos sin descanso y que llevemos a muchos a Jesús y a ti. Que Jesús sea nuestra vida y confianza; y, cuando le hayamos encontrado, no permitas que con egoísmo
nos lo guardemos para nosotros mismos sino que lo compartamos con todos en derredor nuestro con las riquezas de su amor y perdón, de su misericordia y compasión. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Todos somos llamados: El “ven y sígueme” de Jesús no es sólo para el par de hermanos (Andrés y Pedro; Santiago y Juan). El problema es que nos hacemos los sorditos y nos volvemos muditos… y terminamos pescando otras cosas…

Señor, tu elección llega por caminos insospechados.  Nos llamas a través de muchas personas -a veces conocidas, otras desconocidas‑ con su testimonio, con su vida, con sus necesidades. Nos llamas, sobre todo, por medio de los pobres.

Tu voz es clara, cercana y firme; busca y espera nuestra respuesta, una respuesta generosa, confiada y libre, sin trabas serviles, sin miedos, sin condiciones.

¡Aquí estoy, Señor! Te doy gracias porque me has llamado y elegido  para ser acompañante de otras personas  en su caminar hacia Ti. Quieres que sea para ellas  testigo de tu Evangelio,  mensajero de tu Reino,  pregonero de buenas noticias, luz encendida y sal esparcida, alfarero para sus vidas,  levadura tuya para su fermento, compañero de camino, orientador respetuoso con tu Espíritu.

¿Sabré corresponder a tu confianza?

Árame con tu Palabra, siembra en mí tu mensaje de vida y envía tu lluvia y tu sol, en abundancia,  sobre mi tierra árida y baldía, para que produzca flores y frutos de vida.

Agarra mi mano con tu mano, para que juntos agarremos muchas manos y alcemos muchas personas hacia una vida nueva.

Gracias, Señor; porque me has elegido y llamado para ser pescador de mis hermanos.


Lectio Divina lunes 29 de noviembre  2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: Isaías 2,1-5; Sal 121;  Mateo 8, 5-11

ENCIENDAN LAS LUCES, QUE VIENE



Al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: - «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.» Jesús le contestó: - «Voy yo a curarlo.» Pero el centurión le replicó: - «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.» Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: - «Les aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Les digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD.  Hoy contemplamos el dolor, la enfermedad, la pobreza, el sufrimiento de muchos hermanos nuestros. También creemos que la palabra de Jesús es capaz de sanar. ¿Pero, qué sucede con el poder que pueden tener nuestras palabras? ¿Cómo las utilizamos?

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
La fe del centurión es extraordinaria y sorprendente. Representa simbólicamente a los gentiles que un día serán llamados, ya que el reino está abierto a todos, sin ningún privilegio de raza o cultura. Con Cristo la salvación se ha hecho disponible para cualquier persona de buena voluntad.

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
La palabra humana tiene una fuerza impresionante. En ocasiones hiere, otras, mata. Unas veces anima, otras vivifica. Hay momentos en que la palabra desconcierta. Desconfiamos de aquellas palabras que nos suenan a falso, a vacío, a bla bla bla. Hoy hablamos de aquellas palabras que nos conmueven, nos llegan a lo más profundo del alma y hasta nos curan, o nos dan la noticia que más nos importa. Este evangelio nos habla de la fuerza curativa de la palabra.
Un militar romano tenía la experiencia del poder de su palabra: lo que decía a sus subordinados, se cumplía. Tenía un servidor que se había caracterizado por una obediencia ejemplar a su palabra. Ese militar también cumplía las palabras que sus jefes le dirigían. Ese militar sale al encuentro de Jesús. Ha quedado muy afectado por los sufrimientos de su servidor y quiere salvarlo. Pero ¡él no puede hacer nada! Su palabra es ya –en este caso- absolutamente impotente. Confía en la palabra de Jesús. Confía en la palabra de Jesús hasta un extremo llamativo: “dí una sola palabra….” No hace falta que vengas.
Jesús quedó admirado de la fe que esta persona tenía en su palabra. Lo puso de ejemplo a todos en Israel. Pero añadió algo importante: es el primero, pero no el único. Habrá muchos que, como él, creerán en el poder de la palabra de Jesús. “Vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán a la mesa”. No nos olvidemos de María que creyó siempre en la Palabra.
Se nos ha definido a los cristianos como aquellos que van a misa, que se confiesan, comulgan. ¡Está bien! Pero, ante todo, se nos debía definir como “aquellos” que creen en la Palabra de Jesús, en la Palabra de Dios. Es precioso ver cómo la iglesia de nuestro tiempo ha crecido en este aspecto. Cada vez se conoce más la Palabra de Dios. La Biblia no es un libro que decora nuestras bibliotecas. Muchas personas la leen como palabra de Vida, como palabra de discernimiento en momentos difíciles.
La Palabra nos debe habitar por dentro. Es una medicina permanente, una fuerza que nos saca de nuestros desánimos, el medicamento de la vida.
Pensemos que cuando la Palabra de Dios se pronuncia, esa palabra tiene energía creadora, y sanadora y reconciliadora, como nada en este mundo. Y dijo Dios… y fue hecho. Y dijo Jesús… y se curó.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Conclusión: Jesús quedó admirado
Jesús sabe muy bien la fuerza de la fe. Es aquella que hace posible la fuerza previa de la Palabra, de su Palabra. Se extraña Jesús de encontrar más fe fuera de Israel, que dentro. Hay experiencias humanas que acercan mucho a las divinas. El militar tenía experiencia de la fuerza de su palabra de mando; por eso, cree en la fuerza de las palabras de mando de Jesús contra los malos espíritus y enfermedades. ¿Y nosotros?

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Te bendecimos, Padre nuestro, Dios de la promesa Dios de la esperanza, por este tiempo de gracia. Estábamos hundidos en nuestra pequeñez mezquina, pero hoy levantamos los ojos hacia tu aurora. Hoy es día de tu visita, tiempo de tu misericordia. Gracias, Señor, porque nos invitas a la mesa de tu Reino. Haz que te respondamos con fe vigilante y amor despierto, con esperanza gozosa, con disponibilidad plena. Subiremos con alegría a la casa de nuestro Dios, porque tú eres quien da sentido a nuestra vida, fuerza a nuestra flaqueza y juventud a nuestros años. Prepáranos tú mismo para tu gran venida. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: La Iglesia propone un tiempo de Adviento, de Espera… ¿Cómo lo utilizamos? Esperamos la venida de Jesús a este mundo Adviento, tras Adviento, Navidad tras Navidad pero:Él viene, viene, viene siempre”
Con emoción en el alma y los sentidos abiertos lo expresa el poeta:

·         ¿No oíste sus pasos silenciosos? Él viene, viene, viene siempre.
·         En cada instante y en cada edad, todos los días y todas las noches, Él viene, viene, viene siempre.
·         He cantado muchas canciones y de mil maneras; pero siempre decían sus notas: Él viene, viene, viene siempre. 
·         En los días fragantes del soleado abril, por la vereda del bosque, Él viene, viene, viene siempre.
·         En la oscura angustia lluviosa de las noches de julio, sobre el carro atronador de las nubes, Él viene, viene, viene siempre.
·         De pena en pena mía, son sus pasos los que oprimen mi corazón, y el dorado roce de sus pies es lo que hace brillar mi alegría.


(Con la colaboración del Padre Walter y Manuel Villareal)

sábado, 27 de noviembre de 2010

Carta Abierta del Padre Juan Alvarez I. a Daniel Ortega‏

El Padre Juan Alvarez, del Colegio Calasanz envía carta al presidente de Nicaragua.




Presidente de Nicaragua.

Excelentísimo Sr. Presidente:

Pensando en Ud. como presidente de todos los nicaragüenses, mis respetos.

 Lo anterior no es óbice, para que desde las más profunda decepción y

amarga tristeza, pensando en el bien general del pueblo que tanto amo,
me tomo la libertad de invitarle a reflexionar en voz alta.

Gasté años de mi vida, trabajé, con la alegría que proporciona estar

cerca del que sufre, de los que no tienen voz, en el servicio a las
clases más desposeídas de mi amada Nicaragua, en la zona del Pacífico:
San Rafael del Sur, Pochomil, Masachapa, Ingenio Montelimar El Salto…Y
otras comunidades como Las Américas y los Gutiérrez Norte.

En el caso de el  Ingenio Montelimar,  en la época de zafra, defendí,

corriendo riesgos, los derechos de los honestos trabajadores y
denuncié el inhumano trato, largas  y agotadoras jornadas de los
“esclavos” de Somoza. Además, coseché las iras del poder, por negarme
a recibir, en la Iglesia de S. Rafael del Sur,  a  A. Somoza D. y
señora, Hop Portocarrero, con motivo de la inauguración de los silos
recién construidos. ¡No era el momento y tampoco  había motivos, dadas
las aciagas circunstancias, para un Te Deum de acción de gracias!

Estuve en la “huelga de hambre” en la Catedral, una semana, -ya no sé

si en  septiembre del   año 69 o 70- en defensa de los derechos y vida
de estudiantes universitarios de la UCA, detenidos arbitrariamente.
También en marchas pacíficas en defensa de los educadores, en la casa
del Maestro, cercada por las turbas “nicolasianas”,  donde fue
agredido  el entonces Arzobispo de Managua  Monseñor Barni.

Durante años, bajando hacia Managua, en la carretera Sur, en el

kilómetro ocho, más o menos,  a mano izquierda,  pude ver  en un muro
-y supongo que ahí sigue-   el siguiente letrero: “El Río San Juan es
nicaragüense”. Pensaba para mis adentros… ¿y quién lo pone en duda?

Con el correr de los años,   me fui dando cuenta de que, cuando se

alzaba el justificado clamor del pueblo, en mil  formas oprimido,
reclamando  derechos conculcados una y otra vez y solución a los
problemas de  hambre y marginación denigrantes, el gobierno de turno,
recurría  a la cantinela de la  “necesaria y solidaria unidad, en
defensa de la integridad  y dignidad nacionales”: los nicaragüenses
debían estar dispuestos a todo…

Defensa  de la “soberanía  de Nicaragua sobre Río San Juan ”, entonces

y ahora,  de amenazas inexistentes y  no sé de  qué enemigos por su
corrupto poder inventados.

Después de los ríos de sangre derramada por gentes que creían en

ideales nobles y en una liberación definitiva de la dinástica
dictadura de los Somoza, estamos como al principio: poses
dictatoriales y antojadizas, en este caso de un Presidente y  partido
en el poder, FSLN, que al final traicionó la Revolución en la que, al
principio y pecando de ingenuidad, muchos habían creído.

El noble pueblo del universal R. Darío, sigue esperando la ansiada

liberación.., para poder vivir en paz y  dignidad.

Costa Rica, pueblo hermano y de cuya nacionalidad me siento orgulloso,

solo gestos de apoyo y solidaridad ha tenido con Nicaragua . Que lo
digan si no los más de 500.000 nicaragüenses que hoy  - añorando su
terruño-  han sido recibidos con los brazos abiertos en suelo tico.
Que lo digan los miles de estudiantes, obligados al exilio, y que
culminaron sus estudios Secundarios  y Superiores, gracias a la
generosidad, comprensión del   MEP  y de muchas Universidades
costarricenses.

Ud, señor Presidente, los nueve comandantes, el grupo de Los Once -en

tiempo de lucha apoyados incluso por  instituciones y gobiernos
europeos-  tuvieron esa experiencia de acogida, cercanía, solidaridad
con su causa,  por  parte pueblo costarricense  y de la
“benevolencia” del   gobierno en aquel entonces en el poder.

Otra sería la “historia” si no hubiesen contado con la  franja “Tierra

de Nadie” en el Frente Sur donde luchaban y arriesgaban vidas los que
en verdad creían en la liberación: descalzos, mal alimentados, dejados
no de la mano de Dios, pero sí de la de ustedes que cómodamente vivían
sin privarse de nada y a cubierto de cualquier  peligro en S. José. No
es necesario caer en señalamientos. Sí se  me ocurre, pregunte al
Comandante Borge si sabe dónde queda, en San José, la iglesia de Santa
Teresita y ciertas  “mansiones” en la zona de Tres Ríos y en la
carretera de acceso antiguo Chapuí.

Pegúntese, señor Presidente, por qué personas como S. Ramírez M., C.

Tunnerman, los hermanos Cardenal, Moisés Hassan, D.T…  -dudo de la
grafía de algunos nombres-,  y tantos y tantos otros, abandonaron las
filas de una revolución que ofrecía una tierra prometida, tanto tiempo
anhelada, al sufrido pueblo nica.

“Ser agradecido, es de bien nacidos”. Muestre Ud.  un mínimo gesto de

gratitud para con el  noble y civilista pueblo  costarricense; pueblo
siempre amante de la paz y respetuoso del derecho de los pueblos. De
no ser así…¡” No ser agradecidos, es de mal nacidos”!

Lo de la frontera y su propuesta de “mojones”, que no sea una cortina

de humo más, una manipulación más de los sentimientos del pueblo
nicaragüense,  para seguir en el poder  y cometer tropelías a su
antojo intentado humillar a un pueblo hermano.

Los ticos, nunca seremos sus esclavos.


La razón y el Derecho Internacional  nos amparan.

Mire hacia dentro, su conciencia y respete el querer y  sentir de sus
nobles compatriotas que necesitan servidores honestos.


Garantizar el bien común, la felicidad, la paz, dentro de sus

fronteras que tiene como fundamento la justicia,  es la misión de
“quien ha recibido el mandato de gobernar”.

Mi esperanza, que haya paz en “las   fronteras” y en corazón de todos

los hombres de buena voluntad; pueblos hermanos, nicas y ticos.

Le recuerda algo, le suena, de “sus tiempos de lucha” ¿”Mañana, hijo

mío, todo será distinto”? ¡Qué pena!

Atte.


J. Alvarez Iglesias, costarricense

 c. 8-0044 0737

Valencia , España, 19/11/ 2010

viernes, 26 de noviembre de 2010

Lectio Divina. Viernes 26 de noviembre.

Lectio Divina viernes 26 de noviembre  2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: Apocalipsis 20,1-4.11-21,2; Sal 83;  Lucas  21, 29-33



Jesús puso una comparación a sus discípulos: "Fíjense en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, les basta verlos para saber que la primavera está cerca. Pues cuando vean que suceden estas cosas, sepan que está cerca el Reino de Dios. Les aseguro que, antes que pase esta generación, todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán".

VEAMOS NUESTRA REALIDAD.  Hoy, se presentan muchos maestritos que prometen el cielo y la tierra. Envuelven a las multitudes en discursos seudoespirituales y en trabajosas terapias y dietas. Su intención puede que sea buena, pero se olvidan de lo fundamental: la realidad no es para ignorarla sino para transformarla. El ser humano no puede crecer de espaldas a su realidad comunitaria y social.  

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Lucas a diferencia de Mateo y Marcos que proponen este texto como el fin del mundo, ve en ellos la proximidad del reino. Jesús entonces exhorta a los cristianos a que estén siempre atentos. Los fieles deberían conservar la esperanza con paciencia: El reino de Dios está cerca. No solamente hay signos de desesperanza como conflictos y tensiones,  que surgen tanto desde dentro del pueblo de Dios como desde fuera, sino que también hay signos de esperanza; y nosotros deberíamos percibirlos.

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Nos interesan mucho los pronósticos. Ponemos atención al reporte del tiempo para saber si salimos o no con paraguas o si vamos o no a la playa. A los aficionados, el de la liga de fútbol o los caballos. A los empresarios, el de la bolsa de valores. ¡Qué previsores! Nos gusta saber todo con antelación para estar preparados.
Jesucristo ya lo había constatado hace 2010 años, cuando no había ni noticieros de televisión, no existía el fútbol, ni mucho menos la bolsa de valores. Pero los hombres de entonces, ya sabían cuándo se acercaba el verano, porque veían los brotes en los árboles.
Nuestra vida se mueve entre una historia (el pasado) y un proyecto (el futuro). La invitación del Señor es a estar preparados para lo que nos aguarda, con atención a los signos de los tiempos. A aprender de las lecciones del pasado, con optimismo y deseo de superación. Pero, sobre todo, a vivir intensamente el presente, el único instante que tenemos en nuestras manos para construir. No lo podemos perder lamentándonos por los errores del pasado y, menos aún, temiendo lo que puede llegar en el porvenir. El mejor camino para afrontar el futuro es aprovechar el momento presente. Seamos previsores, ¡invirtamos y apostemos hoy por la vida eterna!

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Es sencillo comprender cuándo será el fin del mundo, nos dice Jesús con ironía. Basta con observar cuándo germina la higuera para saber que el verano está cerca. Es algo natural, algo que se repite todos los años, algo por lo que el campesino experto no se deja sorprender. No pasará nuestra generación antes de que tenga lugar: no se trata de fantasías milenaristas, sino que se trata de vivir plenamente nuestra vida, que nos ha sido dada precisamente para eso. No es preciso esperar al fin del mundo para convencemos de que su Palabra permanece para siempre y para optar, de una vez por todas, por confiarnos a él, antes que a las potencias de este mundo, que parecen mejor dispuestas.

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios del tiempo y de la eternidad: Tú nos has confiado a nosotros, a tu pueblo,
tu proyecto de amor sobre la gente y el mundo. No permitas que hagamos retrasar tus planes por nuestras propias limitaciones. Haznos conscientes de que lo único que podemos hacer es ser levadura, y ser un signo  de que la planta que tú has sembrado crecerá. Consérvanos esperando con paciencia  que la integridad, el amor y la justicia lleguen como don tuyo,  cuando tú quieras, al tiempo por ti designado, por medio de Jesucristo nuestro Señor.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: A veces los no creyentes dicen que los cristianos miran al cielo porque no saben ni pueden  tratar con el mundo. Cristo nos dice que tenemos que tratar con el mundo y que tenemos que transformarlo, para trabajar por la consecución de “un  nuevo cielo y una nueva tierra”. Intentemos hacer eso. Empecemos por valorar: “El poder de las palabras”
Las palabras  no  las lleva el  viento,  las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente…
Las palabras curan o hieren a una persona. Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el silencio.
Piensa en esto y cuida tus pensamientos, porque ellos se convierten en palabras, y cuida tus palabras, porque ellas marcan tu destino.
Piensa muy bien antes de hablar, cálmate cuando estés airado o resentido y habla sólo cuando estés en paz.
De las palabras depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.
Una cometa se puede recoger después de echarla a volar, pero las palabras jamás se podrán recoger una vez que han salido de nuestra boca".
Las palabras tienen mucha fuerza, con ellas podemos destruir lo que hemos tardado tanto tiempo en construir.
Cuantas veces una palabra fuera de lugar es capaz de arruinar algo por lo que hemos luchado, cuantas veces una palabra de aliento tiene el poder de regenerarnos y darnos  paz.
Las palabras insultantes o despectivas nunca han creado algo edificante. Con el uso de expresiones agresivas, lastimamos a las personas provocando heridas creando resentimientos y dolor, que se volverán a nosotros…
Las palabras son la manifestación de nuestro mundo interior, al cuidar de nuestro lenguaje purificamos nuestro mundo interior.
¡Las palabras son vivas! ¡Bendicen o maldicen, Alientan o abaten, Salvan o condenan!


(Con la colaboración del Padre Manuel Villareal)

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Lectio Divina. Miércoles 24 de noviembre.

Lectio Divina miércoles 24  de noviembre  2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: Apocalipsis 15,1-4; Sal 97; Lucas  21, 12-19



Jesús dijo a sus discípulos: «Pero, antes de todo esto, les echarán mano y los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y cárceles y los llevarán ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto les sucederá para que den testimonio. Propongan, pues, en su corazón no preparar la defensa, porque yo les daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos sus adversarios. Serán entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de ustedes. Todos los odiarán por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de su cabeza. Con su perseverancia salvarán sus almas.

VEAMOS NUESTRA REALIDAD.  “Tendrán ocasión de dar testimonio”. Y nos parece muy saludable que hoy nos preguntemos qué testimonio necesita nuestra sociedad desconcertada y confusa.  El testimonio de la escucha tranquila al hermano en este mundo de prisas, individualismo y desinterés, de la acogida en la caridad a los marginados, del perdón a quien te hizo daño, de la serenidad en los momentos difíciles de la vida, de ser instrumentos de paz e integración, de ser mensajeros de buenas noticias (y sobre todo de la Buena Noticia)... (¡¡¡ y tantos más!!!). Y todo esto no tanto con palabras, declaraciones y documentos de lenguaje elevado, sino con la vida, con la propia experiencia.  Que no otra cosa es ser testigo. Un faro luminoso en medio de la noche. Es cierto: Tenemos ocasión de dar testimonio.  Es el tiempo de los testigos.

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Durante estos días, la lectura evangélica se toma del llamado “discurso escatológico”. El género utilizado es el apocalíptico, totalmente ausente de nuestras modas literarias, pero muy corriente en la cultura de Jesús y de la primitiva iglesia. La soberanía de Dios sobre la historia se describe simbólicamente en forma de un juicio, precedido de grandes horrores, tribulaciones y hasta cataclismos cósmicos. El triunfo de Dios y de sus elegidos es el desenlace de todo el drama. Por ello, a pesar de servirse de una imaginería truculenta, el contenido de la apocalíptica es una invitación a la esperanza; se trata de un género consolador.

b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
La Palabra de ayer y de hoy nos habla de luchas. ¿Quién no las tiene? Luchas de intereses, luchas de poder, luchas por mantenerte en el camino… Cuando somos niños, pensamos que la fe es una especie de escudo que nos protegerá de todos los males, presentes y futuros. Algo así como una varita mágica que hace que las dificultades se superen al instante.

Cuando leemos a fondo el Evangelio, descubrimos que es verdad que el final es feliz, y que entonces “no habrá llanto ni dolor”… pero que para llegar allí hay que pasar por la lucha, la tribulación… la muerte. Jesucristo también es camino en esto. Su resurrección llega tras la pasión. No eludió nada, sino que todo lo afrontó.

La fe no nos evade de nada, sino que nos mete más en la vida, en su densidad y espesor. Pero sí nos ayuda a caminar, en medio de todo. Sin creer en la fatalidad. Confiando, más bien, que “a los que aman a Dios, todo les sirve para bien”. Y en ese “todo” incluimos que una dificultad, un problema, una enfermedad… pueden ser ocasión de una vida más lúcida, más confiada, más plena.

En toda lucha, Dios está con nosotros. Y no va a permitir que la prueba supere nuestras fuerzas. Y en la lucha final contra la última enemiga –la muerte- tenemos la presencia de nuestro Hermano mayor, que ya pasó por ella. Jesucristo, desde su cruz, acompaña para siempre toda lucha. “Con su perseverancia salvarán sus almas”. Pide el don de la perseverancia… y deja que tu confianza crezca.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
-Así tendrán ocasión de dar Testimonio.
La persecución es una suerte, un gozo, porque es una ocasión de anunciar la «buena nueva» de Jesús, es una evangelización. ¿Tengo yo ese mismo optimismo? ¿Sé yo aprovechar algunas situaciones, aparentemente desfavorables, como una ocasión propicia para anunciar la buena nueva? Testimoniar. Ser testigo. ¡Presentarme como testigo de la defensa en el proceso que el mundo de hoy, y de todas las épocas, hace a Jesús!

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Oh Dios, Padre nuestro: Creemos que tus planes para nosotros son de paz y valor, y no de miedo o temor. Guarda nuestros ojos abiertos a los signos de la constante venida de Jesucristo tu Hijo. Ayúdanos a comprometernos sin descanso a hacer crecer tu reino entre nosotros, llevando a cabo tus planes de paz y amor y de todo lo que convierte a nuestro mundo  más en mundo tuyo según el reino. Y que todo esto abra el camino para llegar a tu eterna morada. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.    

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: Este evangelio es una garantía que muchos nos apreciamos… En la tribulación, en la persecución Dios mismo pondrá sus palabras en nuestra boca para nuestra propia defensa… Perseverancia entonces… y mucho cuidado con:Nuestras palabras”
Una palabra amable:                          puede suavizar las cosas.
Una palabra alegre:                            puede iluminar el día.
Una palabra oportuna:                       puede aliviar la carga.
Una palabra de amor:                         puede curar y dar felicidad.
Una palabra irresponsable:                 puede encender discordias.
Una palabra cruel:                              puede arruinar una vida.
Una palabra de resentimiento:            puede causar odio
Una palabra brutal:                            puede herir o matar.
¡Las palabras son vivas! ¡Bendicen o maldicen, Alientan o abaten, Salvan o condenan!



“Si todas nuestras palabras son amables, los ecos que escucharemos también lo serán.” De ti depende si las usas para bien o para mal, tanto para ti como para los demás. Cuida tus palabras  ellas  tienen  poder.

Habla de tal manera que en tu alma y en la de los demás quede la Paz

(Con la Colaboración del Padre Manuel Villareal)

martes, 23 de noviembre de 2010

Lectio Divina. Martes 23 de noviembre,

Lectio Divina martes 23  de noviembre  2010, Tiempo Ordinario, Ciclo –C- Lecturas: Apocalipsis 14, 14-19; Sal 95; Lucas  21, 5-11



Algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: -«Esto que contemplan, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.» Ellos le preguntaron: -«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: -«Cuidado con que nadie los engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayan tras ellos. Cuando oigan noticias de guerras y de revoluciones, no tengan pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: -«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»

VEAMOS NUESTRA REALIDAD.  Hoy vivimos una agitación parecida. Estamos inundados de visiones catastróficas que nos anuncian un futuro oscuro y terrible para todos los seres vivientes. Pero lo importante no es la fecha en que el mundo sucumbirá; lo importante es preguntarnos cuál es la finalidad del mundo y de la humanidad, ¿cuál es la utopía?, ¿qué futuro podemos/debemos construir?, ¿qué quiere Dios de nosotros aquí y ahora?

2.  MEDITEMOS la lectura
a. ¿Qué dice el texto?
Lucas concluye la predicación de Jesús en Jerusalén  con un discurso acerca de los acontecimientos finales. Empieza por el anuncio de la destrucción del templo. En tiempos de Jesús, el Templo era recién edificado; incluso no terminado del todo. Se comenzó su construcción diecinueve años antes de Jesucristo: era considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo. Sus mármoles, su oro, sus tapices, sus artesonados esculpidos, eran la admiración de los peregrinos. Se decía: "¡Quien no ha visto el santuario, ése no ha visto una ciudad verdaderamente hermosa!" En la tradición profética, el abandono del templo de Dios y su destrucción eran contemplados como la consecuencia de la ruptura de la alianza por parte del pueblo.



b. ¿Qué nos dice el texto a nosotros hoy? 
Jesús llama la atención a aquéllos que se dejan impresionar por la majestuosidad e imponencia arquitectónica del templo de Jerusalén, pues con ello están legitimando, de cierta manera, la institución que representa y su forma de proceder con Dios y con el pueblo, sin la capacidad de criticar la estructura de muerte y marginación que existe detrás de estos muros. La respuesta que Jesús da a esta actitud tiene un tinte escatológico, se proyecta al futuro y destino de la humanidad. Es una respuesta que surge de la esperanza en la pronta venida del reino de Dios, es decir, de la espera en una nueva forma de vida en la que Dios con su misericordia y su justicia reinará, destruyendo todas aquellas estructuras que producen violencia, hambre, marginación, muerte. Las palabras que emplea Jesús para referirse a la novedad de Dios pueden parecer desesperanzadoras, trágicas y violentas; sin embargo, es un lenguaje que tiene como fin exhortar a sus seguidores a interpretar la realidad desde los valores del reino, sin dejarse convencer ni desalentarse por los falsos profetas ni por la majestuosidad y las promesas de los poderes opresores. Estamos llamados a estar vigilantes, en constante esperanza en Dios, viviendo en nuestras comunidades los valores del reino, construyendo así espacios alternativos de vida.

3. CONTEMPLEMOS - Cultivemos la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón
Lejos de mezclarse a las voces admirativas de sus discípulos, Jesús hace una predicción de desgracia, en el más tradicional estilo de los profetas como en Miqueas 3, 12 (“Por eso, por su culpa, Sión será atacada como un campo, Jerusalén se convertirá en un montón de ruinas, y el monte del templo se cubrirá de maleza”). Medito sobre la gran fragilidad de todas las cosas... sobre «mi» fragilidad... sobre la brevedad de la belleza, de la vida... Hay que saber mirar de frente esa realidad, siguiendo la invitación de Jesús: «todo será destruido».

4.  OREMOS - ¿Qué nos hace decirle el texto a Dios?
Señor Dios nuestro: Nuestra fe no es una serena posesión de la verdad y de ritos religiosos que nos dan seguridad. Haz que nos percatemos de que la fe sufre pruebas y de que tú nos llamas para que seamos testigos creíbles --en nuestro tiempo y en nuestra situación--de la pasión y resurrección de tu Hijo. Danos tu Santo Espíritu para que nos guíe y para que guarde viva nuestra fe y esperanza de que Jesucristo es Señor nuestro y tú nuestro Padre Dios por los siglos de los siglos. Amén.

5. ACTUEMOS – ¿Cómo puedo vivir este texto hoy? 
Motivación: El mensaje de hoy: “estén atentos y que no los engañen”.  No nos quedemos en los detalles y vivamos el día a día, así seremos: “Cien veces bienaventurados”
Bienaventurados son los que dan, mas cien veces bienaventurados los que dan aquello que aun quieren.
Bienaventurados los que predican Amor, mas cien veces bienaventurados los que lo llevan en su pecho y lo hacen con sus manos porque es Cristo quien lo hace a través de ellos.
Bienaventurados los que alaban a Dios, mas cien veces bienaventurados son los que sabiendo su "Plan para el Mundo" trabajan en su realización.
Bienaventurados los que abren los ojos y contemplan al mundo, mas cien veces bienaventurados los que abriendo más aún los ojos contemplan el Universo del cual el mundo apenas es una mota. Y viendo su pequeñez se hacen grandes.
Bienaventurados los que se limpian los oídos de las voces vacías de este mundo, mas cien veces bienaventurados son los que oyendo se hacen sordos para estar con los sordos y entenderlos hasta limpiarlos.